Después de firmar los papeles necesarios para el alta hospitalaria, la enfermera sale de la habitación y aprovecho el momento para poner a Estrella en la cuna que se encuentra cerca de la cama. Mientras tanto, me dedico a ayudar a Teresa a empacar todas las pertenencias que necesitamos llevarnos. Sin embargo, mi atención se desvía hacia ella cuando noto que intenta levantarse de la cama con evidente dificultad.
Me acerco a Teresa con la intención de ofrecerle mi ayuda, pero antes de que pueda siquiera tocarla, sus ojos furiosos se clavan en los míos, transmitiéndome claramente su disgusto.
—No necesito tu ayuda, Arturo —me dice con voz firme, mientras lucha por incorporarse por sí misma.
A pesar de sus palabras, no puedo ignorar la necesidad de ayudarla . La levanto con cuidado, pero ella se muestra como una feria y me empuja para no tocarla aún a si no hago caso y la jaló con delicadeza para poder levantarla. En un momento de tensión, nuestras miradas se cruzan y nuestros labios quedan a escasos centímetros de distancia. Un nudo se forma en mi garganta al sentir la intensidad de su mirada, y mi corazón late con fuerza al sentirla tan cerca de mi.
—Te dije que no me ayudaras —susurra, y en ese instante, siento una inexplicable necesidad de besarla.
Sin embargo, el lloriqueo repentino de Estrella rompe el hechizo, haciéndonos caer bruscamente a la realidad. Me aparto de Teresa, con el corazón palpitante y la mente turbada por la mezcla de emociones que me embargan. Con un movimiento rápido, me inclino para recoger a Estrella ella se calma rápidamente al ser cargada.
Pov Teresa
Arturo y yo nos subimos al auto, le doy a estrella y
mientras él abre la puerta trasera para colocar a Estrella en su sillita, yo observo a través del espejo con una mezcla de emociones encontradas. Por un lado, no puedo evitar sentir una cálida sensación de ternura al ver lo cuidadoso y delicado que es al manejar a nuestra pequeña. La manera en que ajusta cada correa y se asegura de que Estrella esté cómoda y segura me hace sonreír involuntariamente, pero la sonrisa desaparece rápidamente cuando recuerdo mi enojo.Cruzo los brazos sobre mi pecho, dejando claro mi descontento, mientras Arturo toma el volante y comenzamos nuestro viaje de regreso a casa. La tensión entre nosotros es palpable, y aunque trato de mantenerme distante, no puedo evitar notar la preocupación en su mirada.
—¿Tienes hambre?. Me pregunta con una voz suave, rompiendo el incómodo silencio que se ha instalado entre nosotros. Aunque mi estómago gruñe de hambre, decido no admitirlo, resentida por su aparente falta de sensibilidad hacia mi situación.
—No. respondo bruscamente, manteniendo mi mirada fija en el paisaje que pasa rápidamente por la ventana. Sin embargo, su ceño fruncido me hace dudar por un momento.
—¿Segura? —insiste, preocupado.
—Sí, Arturo, estoy segura —replico con firmeza, sin ceder ante su preocupación.
Arturo detiene el auto en un autoservicio de comida rápida. Observo en silencio mientras ordena dos hamburguesas, papas fritas, una ensalada y dos refrescos. Aunque intento mantenerme indiferente, no puedo evitar que mi estómago gruña ansiosamente ante la deliciosa perspectiva de una comida caliente y sabrosa.
Después de unos segundos de espera, un empleado del autoservicio entrega la comida a Arturo, quien no duda en abrir una de las hamburguesas y ofrecérmela con gesto amable. Aunque mi estómago se muere ante la deliciosa tentación que se presenta ante mí, mi orgullo se interpone en el camino y decido rechazarla con un gesto de desdén.
Arturo, voltea los ojos y no se rinde tan fácilmente. me ofrece una ensalada con una expresión preocupada en su rostro. Sin embargo, mi enojo prevalece y le rechazo nuevamente, dejando en claro mi determinación de no ceder ante sus intentos de cuidarme.
—Arturo, te dije que no quiero comer. le digo con firmeza, pero antes de que pueda retractarme, siento su mano aferrarse con fuerza a mi brazo y tirar suavemente de mí para acercarnos más.
—Tienes que comer, ¿okey? —me dice con voz suave, sus labios a centímetros de los míos mientras me sumerjo en su mirada intensa. Un nudo se forma en mi garganta al sentir su aliento cálido sobre mi piel, y trago con dificultad, incapaz de apartar mi mirada de la suya.
—No quiero discutir, Teresa . Acabamos de salir del hospital y la enfermera dijo que tenías que alimentarte bien —añade con un tono de preocupación.
—Ni que te importara tanto, le digo y él solo me mira entre cerrando los ojos. —No digas eso Teresa.
Arturo insiste con gentileza y finalmente cedo a sus súplicas, tomando la ensalada y las papas que me ofrece. Comienzo a comer, consciente de la importancia de alimentarme adecuadamente después del parto, la ensalada está deliciosa, pero no logra llenarme por completo.
Observo a Arturo mientras empieza a comer, su expresión relajada y su gesto tranquilo me hacen sonreír ligeramente. Sin embargo, mi atención se desvía hacia su comida, y él nota mi mirada. Nuestros ojos se encuentran de nuevo, y en ese momento, siento una conexión palpable entre nosotros.
Arturo se acerca a mí y coloca la hamburguesa frente a mis labios, insistiéndome a tomar un bocado. No puedo evitar sonreír ante su gesto juguetón, y sin pensarlo dos veces, muerdo la hamburguesa con gusto. El sabor jugoso y satisfactorio inunda mi boca, y por un instante, me olvido de todo excepto de las ganas que tengo de besarlo.
Nuestras miradas se encuentran una vez más, cargadas de deseo mutuo. Muerdo la hamburguesa de una manera particular, consciente de cómo mi gesto podría interpretarse, y mis ojos no pueden apartarse de los suyos. Noto cómo traga grueso, reflejando la intensidad de la atracción que siente, aunque no lo quiera aceptar ambos nos deseamos.
Después de darle la última mordida a su hamburguesa,
pasa mi lengua por sus labios de una manera sugerente, un gesto que no pasa desapercibido para el y sabe que tiene un doble sentido. —Está muy buena, le digo mientra lo veo a los ojos.— ¿Te gusto?, me preguntas el.
—Mmju está muy buena. mi tono de voz es ligero, pero hay un brillo travieso en mis ojos. —¿Y a ti te gustó? Le preguntó hablando siendo coqueta y provocativa.
Arturo me observa con atención, y me responde con un —Si, está muy rica. Su respuesta me hace sonreír mentalmente satisfecha, sabiendo que ha captado el juego y que la tensión entre nosotros es inevitable.
Sin embargo, Arturo se concentra en la tarea de conducir, manteniendo su mirada fija en el volante y en el camino. Lo observo de reojo y veo una sonrisa juguetona en su rostro, lo que me indica que está disfrutando del intercambio de provocaciones tanto como yo.
Sé que la atracción entre nosotros es inevitable, siempre hemos sido muy intensos y en lo sexual mucho más, en el fondo no me quiero separar de él y solo espero que el dolor que le acuse desaparezca.

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Teresa 2
RomanceEsta historia es una continuación de la telenovela Teresa producida en televisa. Comienza a partir del final oficial.