Con cada inhalación y exhalación, siento la presión del esfuerzo acumulado en mi pecho, como una montaña que amenaza con aplastarme. Pujo con todas mis fuerzas, sintiendo cómo cada músculo de mi cuerpo se tensa en respuesta al dolor y la urgencia del momento. El mordisco de mi labio inferior es apenas un eco del tormento que se desata dentro de mí, un intento desesperado de encontrar un punto de enfoque en medio del desastre que siento.
Nunca me imaginé que el dolor del parto fuera tan intenso, tan visceral. Es como si cada contracción fuera una apuñalada fuerte en mi pecho. Cierro los ojos con fuerza, tratando de encontrar algún resquicio de calma en mi interior, pero el dolor sigue, como una bestia hambrienta que devora todo a su paso.
Una vez más, pujo con toda la fuerza que me queda, sintiendo cómo mis entrañas se retuercen en respuesta al esfuerzo. Un grito desgarrador llena la habitación, un eco de mi propio tormento, y luego, el dulce sonido del llanto de mi bebé. Suelto un suspiro de alivio, una mezcla de agotamiento y euforia que me embarga por completo.
Con los ojos llenos de lágrimas, observo a Arturo, quien está embobado viendo a Estrella. Por alguna ambos comenzamos a llorar, lágrimas de alegría y emoción que se entrelazan en un torrente de sentimientos abrumadores. El doctor, con manos expertas y cuidadosas, cubre a mi bebé con una manta y la coloca en mi pecho, uniendo así nuestros mundos.
La mirada de Arturo hacia nuestra hija es un torbellino de emociones: asombro, amor incondicional, su ojos tienen un brillo único ante la belleza y fragilidad de esta nueva vida que hemos creado juntos . Sus dedos acarician suavemente la cabecita de Estrella, como si estuviera temeroso de hacerle daño con el más mínimo roce. En ese instante, el tiempo parece detenerse a nuestro alrededor, y el dolor que había sido mi constante compañero durante el parto se desvanece.
—Es hermosa, murmura Arturo, sus palabras cargadas de emoción y asombro, como si cada fibra de su ser estuviera impregnada de la belleza y la maravilla que hicimos.
Sus ojos, brillantes con lágrimas de felicidad, se encuentran con los míos en un instante de conexión profunda, y sé, en lo más profundo de mi corazón, que este momento quedará grabado en nuestras almas para siempre.
Pov Arturo
En un instante de pura emoción y admiración, mis ojos se posan sobre la figura de Teresa, quien irradia una vulnerabilidad que nunca antes había percibido.
Ver como sostiene a la bebé hace que mi corazón salte de felicidad, nunca había visto algo tan tierno.
el tiempo parecía detenerse, y la emoción irradia en los ojos de Teresa los cuales tienen un brillo sin igual.Sin poder contener la emoción que me embarga, le digo a Teresa —Me gustaría que se llame Valentina.
Mis dedos acarician con delicadeza la cabecita de nuestra pequeña, mientras le confieso el nombre que me gusta. En ese instante, entre miradas llenas de ternura, el enojo o resentimiento se desvanece por completo, dejando espacio únicamente para la más pura conexión y amor entre nosotros, lo que Teresa y yo tenemos es tan grande que con solo verla a los ojos siento una conexión única.—Me encanta ese nombre, entonces se llamará estrella valentina, dice Teresa yo sigo viendo a mi bebé y siento un lazo profundo con este ser tan pequeño sé que es mi hija lo siento desde lo más profundo de mi ser. No me quiero dejar llevar por la emoción del momento, las dudas están presentes pero como es posible que ame tanto a esta pequeña, doy la vida en este mismo instante.
Después de unos minutos de calma relativa, el doctor se lleva a Estrella para realizar los procedimientos médicos necesarios, dejándome solo en la sala de partos con Teresa. Ella simplemente no dice nada y solo me observa. La voz de la enfermera se hace presente —Señor necesito que salga, asiento y me tomo un momento para recobrar la compostura, y luego me dispongo a cambiarme de ropa. Al salir, me encuentro nuevamente con el doctor, cuya presencia me brinda un atisbo de alivio en medio de la incertidumbre.
Sin rodeos ni dilaciones, decido abordar el tema que me inquieta directamente con él. Con determinación, le pido que realice una prueba de ADN con la recién nacida. Su expresión se torna confundida, con el ceño fruncido, pero no muestra sorpresa ante mi solicitud.
—No se preocupe, señor de la Barrera —responde el doctor con calma—. Este tipo de solicitudes no son tan extrañas como podría pensar. De hecho, usted no es el primero esta semana en pedirme una prueba de este tipo. Puede contar conmigo. Solo necesitaremos una muestra de cabello o una gota de sangre. Voy a pedirle a la enfermera que se encargue de ello de inmediato.
Asiento, agradecido por su comprensión y disposición para ayudar.
—Gracias, doctor. Le aseguro que la compensación será generosa —confirmo antes de salir de la habitación, dejando atrás un sentimiento de alivio mezclado con la tensión.
Pov Teresa
Después de un tiempo que me resulta difícil calcular con precisión, comienzo a sentir un leve alivio. La doctora que me atendió ha sido increíblemente comprensiva y profesional, lo cual ha contribuido enormemente a mi sensación de bienestar. Aunque todavía experimento molestias, el dolor ha disminuido considerablemente y apenas lo percibo en comparación con la intensidad que sentía durante el parto.
La voz reconfortante de la doctora rompe el silencio de la habitación, trayéndome un poco de consuelo en medio de mi agotamiento.
—Fue muy valiente, señora —dice con un tono amable y reconfortante—. Qué bueno que no tuvieron que recurrir a una cesárea.
Le dedico una sonrisa leve, agradecida por sus palabras de aliento y por su atención durante todo el proceso.
—Fue realmente un dolor insoportable —respondo sinceramente, dejando entrever la intensidad de la experiencia que acababa de vivir—. Ha sido uno de los momentos más difíciles de mi vida.
Entra otra enfermera en la habitación, sosteniendo con delicadeza a mi preciosa bebé envuelta en una suave manta rosa. Mis manos tiemblan ligeramente ante la emoción y el nerviosismo que siento al verla. La miro temiendo hacerle daño, pero la enfermera me la entrega en brazos con suavidad, y en ese mismo instante, una oleada de amor y felicidad me invade al contemplar su rostro angelical.
Sonrío instintivamente al verla, maravillada por lo diminuta y perfecta que es. Mentalmente, pienso en lo frágil que parece en comparación con el inmenso amor que ya siento por ella. Observo cada detalle con atención, acariciando con suavidad su cabello rubio, tan similar al de Arturo, tiene ojos azules, idénticos a los míos.
—Pequeña intrusa, has salido hermosa —susurro con ternura, dejando que mis palabras se pierdan en el aire mientras contemplo maravillada lo bonita que es.
La voz de la enfermera se hace presente.
—Tienes que amamantarla —me dice con suavidad.

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Teresa 2
RomansaEsta historia es una continuación de la telenovela Teresa producida en televisa. Comienza a partir del final oficial.