Lydia
Cuando terminó la reunión me dirigí hacia mi oficina para ultimar detalles. Debía escoger los miembros del staff que irían con nosotros, cuidando de que no faltase ninguna pieza.Además, debía llamar a los productores de la película para confirmar la participación de Jordan en esta.
Estaba tan ensimismada en mi quehacer que no me percaté de la presencia de este dentro de mi oficina. Me sobresalté un poco.
—Jordan ¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste?
—La puerta estaba abierta.
Sí, verdad. Las puertas y yo teníamos un problema.
—¿Querías algo? Sé que todo esto puede parecer absurdo, pero te aseguro que es por tu bien. Te vas a dar cuenta tarde o temprano…
—¿Crees que no me doy cuenta de lo que estás haciendo, nena? —inquirió visiblemente enojado —. A simple vista se ve…lo que eres. Como todos los donnadies. Quieres obtener un poco de reconocimiento público. Es eso, o tal vez acercarte a alguien famoso como yo, terminar en mi cama y tener tu minuto de fama. ¿Me equivoco? —añadió arrogante.
Sus palabras consiguieron encender una especie de rabia en mí, no podía controlarme.
Me puse de pie y tiré la pila de papeles que había en el borde del escritorio con mi mano, no me importó.
Mi TOC podía esperar. Debía poner a este puto niñato en su lugar.
—Primero que todo, mi nombre es Lydia Frey —dije en un tono despectivo y acercándome a él —. No bebé, no nena. LYDIA, así que abstente de llamarme de otra forma si no quieres añadir una bonita denuncia de acoso sexual a tu ya maltratado historial.
A este punto estábamos frente a frente, nuestras estaturas eran increíblemente desiguales, pero se requería mucho más de un metro con noventa para intimidarme.
—Segundo —proseguí —. No me interesa la fama en lo más mínimo, hago esto porque salvar tu pellejo me hará de catapulta para estar donde quiero estar.
Su mirada estaba clavada en mí, con una expresión que no era capaz de discernir… acaso ¿le gustaba que le hicieran frente? Seguro que sí. Todos los hombres son iguales.—Y tercero: no olvides que en este momento quien manda aquí soy yo.
Sabía que él estaba claro con este aspecto. De ahora en adelante toda su vida estaba en mis manos. Si quería dinero debía ganárselo, si necesitaba salir yo era la única que podía permitírselo.
Estaba a mis pies y no pensaba hacérselo fácil.
Una sonrisa apareció en sus labios, y sus cejas se enarcaron. Sus dientes eran increíblemente perfectos y sus labios eran carnosos.
La verdad que, a pesar de ser un grano en la espalda baja, era bastante atractivo. Me di una sacudida mental y recordé una vez más la situación.
—¿Y bien? —dije por fin luego de unos segundos de silencio —. ¿Te ha quedado claro? —no recibí respuesta. Me di vuelta y regresé a mi escritorio —. Entonces ya lárgate. Tengo mucho que hacer –fingí trabajar en algo en el ordenador.
Se quedó de pie en el centro mirándome fijamente. Una mezcla de asombro y molestia lo invadía.
—Está bien que quieras controlarme, veremos si lo puedes lograr.
Sin más giró sobre sus talones y cerró la puerta dando un tirón tras de sí. Le sonreí a la pantalla.
Sabía que esto iba a ser todo un reto difícil. Por suerte amo los retos.
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La lluvia se ha detenido
RomanceLa pasiva y organizada vida de Lydia Frey se ve sacudida cuando le proponen trabajar siendo la representante de Jordan Greg, actor y modelo. Quien pasó de estar en la cima de su carrera, al fondo de esta, provocado por varios escándalos y situacion...