Capítulo 57: Visitas indeseadas.

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Jordan

Y ahora ¿Qué significaba esto? ¿Quién creía que era para aparecer como si nada? Estaba seguro que vendría llorando a pedirle que volviese a ser su amante. Como si ella no valiera mucho más que eso.
Sé que estaba mal, pero no pude evitar quedarme pegado a la puerta para escuchar la conversación. Él estaba muy nervioso, tanto que su voz temblaba como si estuviese a punto de llorar.
-Sé que te estarás preguntando porqué estoy aquí -comenzó él -. Le pedí el divorcio a Camila. Le rogué que terminásemos con esta farsa y ella accedió. Me rebajé a romper un acuerdo entre ambas familias sólo para poder estar solo contigo. Por favor, dame una oportunidad ¿No lo ves? Estamos hechos el uno para el otro.
-Idiota -pensé -. No existe nada tan perfecto como lo que tenemos ella y yo.
-Bruno, yo... -había comenzado ella, pero calló de golpe.
Me asomé por la ventana y pude ver que se había inclinado para besarla. Algo explotó dentro de mí.
Lo más doloroso no fue el golpe de mi mano en la pared de concreto, no. Fue el hecho de que ella no se retiró del beso. Se quedó de pie mientras él profundizaba. Cuando estaba a punto de tirar la puerta abajo, una mano fuerte apresó la mía. Giré a mi derecha para ver a Dan a mi lado.
-Sabía que esto iba a pasar cuando lo vi llegar -me explicó -. Será mejor que nos vayamos y los dejemos decidir su situación.
De ninguna jodida manera iba a ceder.
-No puedo...
Él asintió y simplemente me llevó fuera.
Cuando salimos al aire libre me derrumbé en un banco. Dan sentado a mi lado, con su mano sobre mi hombro intentaba consolarme.
-¿Qué crees que hará? -pregunté una vez que recuperé el aliento.
-No lo sé. Es su decisión.

Media hora después, pude verlos salir del edificio. Rápidamente me puse de pie, retirando mi mano del agarre de Dan e ignorando sus advertencias. Fui hasta ellos, ambos me miraban con asombro a medida que me acercaba. Dan me alcanzó y comenzó a tirar de mí hacia atrás.
-Jordan, ahora no -me advirtió ella e intentó seguir su camino.
-¿Ahora no? ¿Cómo que ahora no? - inquirí resistiéndome al agarre de Dan -. ¿Te vas con él? ¿Adónde?
-Vamos a almorzar, eso es todo -se explicó el idiota -. No seas un inmaduro, niño.
Arrugué la frente y me mordí el labio inferior, necesitaba golpearlo con todas mis fuerzas, por el simple hecho de haber besado a Lydia antes en la oficina.
-Jordan, es mi jefe. Vamos a hablar de negocios, simplemente.

Dan tiró más fuerte de mi hasta que me dejé llevar.

La lluvia se ha detenidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora