Capítulo 45: Un as bajo la manga

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Lydia

-Damos comienzo a la sesión. Denuncia de agresión y abuso sexual contra Jordan Greg... -el juez había dado la orden de que ambas partes, demandante y demandado comenzaran con la denuncia y la defensa respectivamente.
Mis uñas habían desaparecido casi por completo en los últimos días. El nerviosismo me invadía. Desde mi lugar en el banquillo, no perdía de vista ni uno solo de los gestos que realizaba la chica a la que supuestamente J había golpeado. En su historia había muchos hoyos. Como los horarios y el lugar donde ocurrió. Esperaba que nuestro abogado lograra salvarnos de esta.
Por otro lado, Jordan había contado con detalles lo ocurrido, pero lamentablemente nadie lo vio marcharse del apartamento luego de dejar a la chica. No teníamos testigos a nuestro favor y no pintaba nada bien.
Terminada la primera sesión, fui corriendo hasta el baño, los nervios en mi estómago me hicieron devolver la poca comida que había ingerido en el día. Lavé mi rostro y me asomé al espejo, debía intentar ser fuerte.
Salí al encuentro de nuestro abogado y Jordan.
-Daría lo que no tengo por un cigarrillo -comentó este último.
-Ni se te ocurra -le advertí.
-Les voy a ser sincero, chicos -dijo en voz baja el abogado -. Este caso está difícil. Intentaremos un acuerdo, aunque sabemos que eres inocente, no tenemos pruebas. Eso complica todo.
J suspiró cansado. Yo cerré los ojos y me pellizqué el puente de la nariz.
-Pero aún tengo un as bajo la manga - había dicho el letrado. Los dos lo miramos expectantes -. Esperemos que funcione. Solo necesito hacer unas llamadas.
Al inicio de la segunda sesión, logré controlar un poco mis nervios. Grace y Dan se sentaron a mi lado. Geidy, temblorosa junto a su esposo del otro lado. Todos muy centrados en lo que ocurría.
-Su señoría -comenzó nuestro abogado -. Me gustaría permita la entrada de un testigo que puede ser crucial en nuestro caso. Su presencia no estuvo confirmada por motivos de seguridad, pero en este momento está dispuesta a colaborar -el juez asintió e hizo un gesto con su mano para hacer que la testigo pasara.
Todos miramos con atención como una señora mayor hacía entrada a la corte. Mi sorpresa fue mayor cuando vi que era Vivian, la directora de la clínica privada donde J hacía visitas y donaciones.
Cientos de fotos y videos comenzaron a cruzar delante de nuestros ojos a través de una pantalla. Una cámara había grabado todos y cada uno de los encuentros de J en la clínica privada. Desde sus encuentros directamente con los pacientes hasta sus donaciones millonarias a esta.
Su labor humanitaria, que había permanecido oculta hasta el momento, se convirtió en una de dominio público. Los testimonios de la propia directora Vivian se escucharon en una entrevista.
-Esta es la clínica de la que soy directora. Todos sabemos lo que reciben los pacientes cuando deciden venir. No sabemos de qué forma hubiéramos sobrevivido sin él. Ha salvado la clínica varias veces de la bancarrota, además de ayudarnos a salvar la voluntad de muchas personas. Y jamás permitió que nadie hiciera públicas estas declaraciones. Su corazón es tan noble que jamás sería capaz de hacer algo como de lo que lo acusan -fueron las palabras que salieron de sus labios - estoy al tanto de que, en un momento de su vida, no tomó las mejores decisiones, pero jamás haría daño de ninguna índole.
Todos en la sala nos quedamos boquiabiertos, nadie esperaba este desenlace. Y lo más increíble fue lo que ocurrió después.
La demandante se puso de pie y miró a Jordan, inclinando su cuerpo hacia delante.
-¿Eres ...eres el misterioso visitante de la clínica? ¿Tú?
Jordan bajó la mirada hacia el escritorio.
Ella volvió a sentarse, susurró algo a su abogada. La expresión de esta última se descompuso, la tomó del brazo halándola hacia sí.
-Su señoría, retiro la demanda. Asumiré todas las consecuencias. No voy a seguir con esto.
De más está decir las expresiones de total asombro entre los presentes. El más estupefacto era Jordan y su abogado. Se habían quedado sin palabras.

Por supuesto, de inmediato se dio por terminado el juicio. Todos abandonamos la sala en silencio. Todo fue tan confuso que no sabíamos si deberíamos alegrarnos. En el pasillo la chica pasó por nuestro lado con la cabeza baja. J la tomó del brazo y todos corrimos hacia él. Creímos que le haría algo y temimos que no fuese bueno.
-¿Por qué hiciste esto? ¿Qué te hizo retirar una denuncia que fue falsa desde el principio? -J la observaba enojado. Ella solo miraba al suelo.
-Porque gracias a ti mi papá está vivo -todos fruncimos el ceño -. Lo convenciste de renunciar a la eutanasia y... meses después, se encontró una cura para su enfermedad.
Jordan dejó ir su brazo, con los ojos cristalizados. La chica tenía gruesas gotas atravesando sus mejillas.
-Ten cuidado. Hay muchos que desean verte caer. Y harán lo posible por lograrlo -sentenció la chica, dando la espalda y marchándose.

La lluvia se ha detenidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora