Lydia
Debo aclarar que no había planeado que esto pasara así, pero después de todo ¿a quién le importaba? Los dos habíamos deseado esto desde hace mucho tiempo. Éramos adultos, sin compromisos. Podíamos hacer lo que quisiéramos.
Y aferrándome a esos pensamientos me dejé llevar. Literalmente, porque Jordan me había traído con mis piernas alrededor de su cintura desde el lago. Agradecía haber decidido prescindir del servicio de limpieza en la cabaña. Hubiese sido muy incómodo encontrar a alguien en el camino.
Tanteando la puerta del balcón logramos entrar en la habitación. Lo hicimos por puro instinto ya que ninguno de los dos se concentraba en algo más que los labios del otro.
Conmigo aún entrelazada, tomó algo de uno de los cajones de la cocina. Levanté la mirada de su cuello para percatarme de que era un condón. Lo puso entre sus dientes y levantó las cejas divertido.
Me colocó sobre el sofá mientras retiraba sus pantalones. Su erección perfecta brotó, provocando que una expresión de asombro se reflejara en mi rostro. Abrió el envoltorio de plástico, mientras se colocaba el condón, yo continuaba con las succiones en su cuello. Me deshice de mis shorts. Una de sus manos tomó mi cintura y me hizo colocarme sobre él de un violento tirón.
-Eso dejará una marca mañana -dije levantando mi brazo.
-Bien. Cuando termine contigo tendrás más de una.
-No dará tiempo llegar hasta la cama ¿verdad? -dije besando su mandíbula con desespero.
-Ni en broma.
No podía creer que tuviese alguien que lucía así debajo de mí, para mí. Comencé a moverme encima de él, masturbándolo con la presión como sabía que le gustaba. Cuando me senté sobre su erección transcurrieron unos segundos de silencio mientras nos mirábamos fijamente. Sin movernos. Sonreímos ante la increíble sensación de consumar nuestros deseos finalmente.
Sin esperar más comencé a moverme lenta y tortuosamente. Quería acostumbrarme a su longitud, porque no recordaba haber visto alguna así. Era enorme, además de que se veía hermosa. Reí ante la idea. Una polla hermosa, tan irreal.
Él comenzaba a desesperarse. Con sus manos apretaba mi trasero y me atraía hacia sí aún más, instándome a ir más profundo. Me coloqué de cuclillas para mejorar el ángulo, y comencé a saltar sobre él. Acelerando un poco más mis movimientos y levantándome al punto de casi sacarla de mi interior para volver a introducirla y revivir la sensación increíble.
Mis jadeos se habían convertido en sonoros gemidos que llenaban la habitación. Él, por su parte, olvidaba medir su fuerza. Sus fuertes manos se clavaban en mis nalgas y en mis brazos hasta que dolía. Mordía mi mandíbula. Fuertes gemidos escapaban de sus labios entreabiertos. Le tomé del pelo y comencé a tirar de él cuando comencé a sentir esa deliciosa sacudida formándose en mi estómago.
-Ya estoy ahí... -dije en un suspiro cuando no podía resistir más la sensación. Tiré mi cabeza hacia atrás. Él me hizo bajarla y mirarlo a los ojos.
-Déjame verte mientras lo haces demandó casi sin aliento -. No quiero olvidar la primera vez que te hago correrte.
Esas palabras fueron el detonante para mi orgasmo. Mi vista se nubló y cientos de hormigas recorrieron mi cuerpo.
Nuestros cuerpos sudorosos y desesperados eran una sintonía perfecta.
Sus piernas se apoyaron al suelo y comenzó a empujar más fuerte, buscando su propia liberación.
-Me toca -dijo y varias estocadas más tarde un largo y ronco gemido escapó de sus labios. Apoyando su cabeza sobre el respaldo del sofá y yo la mía sobre su pecho, esperando que los incesantes latidos de nuestros corazones se debilitaran.
Mis piernas temblaban, apenas tenía fuerzas para levantarme del sofá. Como pude me retiré de su regazo. Apoyé la espalda en el sofá, controlando mi respiración. Un gemido de molestia escapó de sus perfectos labios.
-No pretendías quedarte dentro de mí para siempre ¿verdad?
-No me hubiese molestado... -dijo riendo -. Mierda, eso fue...
-¿Increíble? ¿Maravilloso? ¿Fuera de este planeta?
-Casi, creo que no hay palabras para describirlo.
Sonreí. Sin dudas sería uno de los mejores días, y apenas estaba comenzando.
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La lluvia se ha detenido
RomanceLa pasiva y organizada vida de Lydia Frey se ve sacudida cuando le proponen trabajar siendo la representante de Jordan Greg, actor y modelo. Quien pasó de estar en la cima de su carrera, al fondo de esta, provocado por varios escándalos y situacion...