La lluvia se ha detenido

Capítulo 67: Llévame con ella

Jordan

Una frialdad recorría mi cuerpo y un pitido insistente me hizo despertar. Abrí poco a poco los ojos y una luz demasiado brillante me hizo cerrarlos de nuevo. Poco a poco, me fui acostumbrando y los pude abrir completamente. De pronto, sentí la voz conocida de mi madre.
-¿Jordan? Mi niño. Estás despierto. ¡Andy! ¡Olivia! Vengan rápido. Jordan despertó.
Aún permanecía un poco aturdido y en poco tiempo varias personas se colocaron a mi alrededor, llevaban la misma ropa de la fiesta, señal de que no había pasado mucho tiempo. Un señor me puso una linterna en los ojos, le agarré del brazo.
-¿Dónde está Lydia? -pregunté ahora consciente de lo que había sucedido -. Estaba conmigo cuando ese auto...
-Ella está bien, cariño. No te preocupes -me consoló mi madre.
-Bien, al parecer todo marcha bien. Vamos a hacerles unas radiografías y otras pruebas y podremos determinar cuando darle el alta.
-Quiero ver a Lydia.
-Claro, hijo -dijo mi padre tomando mi mano -. En cuanto recuperes fuerzas te llevaré con ella. Lucía está en la estación de policía haciendo la denuncia.
-Bien -me incorporé en la cama lentamente, mi padre me ayudó sosteniendo mi brazo -. Ya recuperé las fuerzas. Llévame con ella.

Cuando llegamos a la habitación, pude verla acostada. Me acerqué.
-Dijiste que estaba bien ¿Por qué no está despierta? -le reproché a mi padre.
-Sí está bien. Es solo que los medicamentos la mantienen dormida. Ni a su madre ha visto.
Me relajé un poco, tiré de una de las sillas que había y me senté junto a su cama.
-Los dejo solos. Cualquier cosa solo llámame -asentí.
-Lydia -tomé su mano que descansaba sobre la cama y apoyé mi frente en ella, sintiendo las lágrimas correr por mis mejillas. Así permanecí por unos segundos hasta que sentí que se removió en la cama.
-Disculpa, nosotros... ¿nos conocemos?
De repente mi cabeza hizo la función de un resorte.
-¿C-cómo? -tartamudeé -. Lydia...
-Lo siento, yo...no sé quién eres. Tampoco te conozco.
-Jordan -mi madre había aparecido en la puerta de la sala -. Estas aquí. Ven conmigo un momento.
Como si fuese un zombi me puse de pie y la seguí. Mis músculos estaban tensos y mi garganta cerrada.
-Amor, ella... sufrió varios golpes durante el accidente y cuando despertó, no recordaba nada...al parecer perdió la memoria. No recuerda quiénes somos.
En ese momento alguien apareció tras mi madre: Bruno. Me quedé mirándolo unos segundos, pasó por nuestro lado y saludó. Seguidamente penetró en la sala dirigiéndose hasta Lydia. Observé por la ventana de cristal y para mi sorpresa ella sonrió, él se acercó y la besó en la frente.
Me volteé dispuesto a hacerle frente, pero mi mamá me tomó la mano.
-A él sí lo recuerda. Su pérdida de memoria se remite a unos años atrás, los médicos nos explican que sufrió algún trauma en el pasado que su cerebro ha borrado. Y a partir de ahí todo lo que ha ocurrido en su vida. Pero puede ser temporal.
-¿Qué? -inquirí cuando pude cambiar mi mirada de la escena que ocurría dentro de la sala -. ¿Dices que ella olvidó todo desde que me conoció? -mis piernas no me respondían, caí de pompas al suelo con mis manos en mi cara -. ¿Cómo es posible esto?

Decidí que me quedaría en el hospital, a pesar de dolor de que Bruno estuviese ahí también. Iba a un motel cercano, y regresaba en menos de una hora. Al igual que yo.
Lucía había decidido no presentarse de forma directa a verla, solo se preocupaba por todo desde fuera. Temía incomodarla porque seguramente no recordaba que habían vuelto a hablarse.
Una tarde, decidí ir con ella a ver a Lydia, quería que no se sintiera tan sola, además de que se aferrara a alguien más que a Bruno.
-¿Qué hace ella aquí? Dile que no morí, por si venía a celebrarlo -me dijo indiferente, una vez que observó a Lucía en la puerta.
-Amor... -dije, pero me corregí al instante -. Lydia, ustedes ya hicieron las paces. Hace meses.
Ella arrugó la frente y me observaba como si estuviese diciendo la estupidez más grande del mundo.
-¿Fui yo quien la busqué? -inquirió mirándola nuevamente.
-No. Lo hice yo.