Lydia
—Jordan —lo llamé, tocando su puerta con los nudillos. Sentí el sonido de una silla moverse. Abrió la puerta y me miró extrañado —. ¿Puedo pasar?
Él asintió, y abrió completamente la puerta para darme espacio.
—Verás, hoy hice algo y sé que no te va a gustar —comencé diciendo —. Te seguí hasta la clínica y…
—¿Qué hiciste qué?
—Sé que te ibas a molestar, pero creo que el hecho de que esto se sepa será bueno para tu carrera y…
—No —dijo, empezaba a molestarse —. No tienes ningún derecho a violar mi intimidad así. Nadie lo tiene. No quiero que esto se sepa. Todos comenzarán a investigar y…descubrirán cosas que no quiero hacer públicas.
Me quedé en silencio. Su testarudez me molestaba, pero en el fondo podía entender lo que ocurría.
Su vida siempre estaba bajo un microscopio. Cualquier mínima cosa que hacía se convertía en una portada de revista al día siguiente.
Y no siempre eran positivas. Simplemente necesitaba esto, sería muy bueno.
—¿Puedo saber por lo menos cuál es la historia detrás esto? Porque estoy segura de que hay algo personal, si no, no te importara que se hiciera público.
—Mierda. ¿Siempre eres así de intensa? —asentí —. Vale —suspiró sentándose en la cama —. Mi hermano. Él es el motivo por el que hago esto. Necesito compensar lo que pasó con él, no pude actuar bien… cuando él decidió morir.
Me quedé de pie en silencio, no sabía qué decir. Solo me senté al borde de su cama para escuchar toda la historia.
—Dos años atrás mi hermano Simon fue diagnosticado con Cáncer en los Huesos. Como puedes imaginar este descubrimiento nos tomó por sorpresa a todos. Sólo tenía treinta y tres años. Apenas comenzaron los dolores insoportables, de noche y de día, tomó la decisión de que quería morir. No lo cuestionamos, pretendimos respetar su decisión. El problema es que nadie sabía que su esposa estaba embarazada. La envió de vacaciones con la familia de esta y se quedó con la excusa de que tenía mucho trabajo, mientras esto ocurría recibió su tratamiento de eutanasia. Nunca vio a su bebé, y lo peor es que nunca lo supo. Tal vez si…lo hubiésemos persuadido, por lo menos que esperase un poco más. La habría conocido. Y a lo mejor su voluntad de vivir hubiese aumentado. No te imaginas las veces que me he arrepentido de todo esto.
Me quedé sin palabras. Entendía muy bien el dolor de perder a un ser querido, y más a causa del cáncer. Él comenzó a llorar y me le uní.
—No puedes culparte de algo como eso —lo consolé —. Nadie puede. Él era un adulto y tomó su decisión para evitar sufrir. Tal vez conocer a su bebé lo hubiese hecho peor porque le dolería no poder estar con ella para siempre.
Él levantó la mirada, gruesas lágrimas corrían por sus mejillas.
—No lo había pensado así. Tal vez fue lo mejor. Pero no deja de dolerme. ¿Algún día sanará?
—No creo, solo nos acostumbramos a vivir con el dolor —me coloqué a su lado y pasé una de mis manos por sus hombros —. ¿Me llevarás a conocer a la pequeña algún día?
Su mirada se encontró la mía con incredulidad.
—No pensé que quisieras tener nada más que ver conmigo.
—Tú eres tú, y ella es ella —y le sonreí. En realidad, verlo en ese estado me hacía pensar que su corazón era más noble de lo que aparentaba.
—Claro, vamos cuando quieras —apoyó su cabeza en mi hombro.
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La lluvia se ha detenido
RomantikLa pasiva y organizada vida de Lydia Frey se ve sacudida cuando le proponen trabajar siendo la representante de Jordan Greg, actor y modelo. Quien pasó de estar en la cima de su carrera, al fondo de esta, provocado por varios escándalos y situacion...