Cap 31: No voy a respetar su lugar

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Jordan
Finalmente, luego de varios meses en el rodaje de la película, logramos finalizar esta. Las emociones estaban a flor de piel.
Nos reunimos en la mansión, luego de la última escena. El productor estaba más que emocionado y reía como un niño pequeño.
-¿Dónde está Lydia? La necesitamos aquí. Vamos a tomar unos tragos para celebrar y ella no puede faltar.
-Estaba en su oficina. Reunida - intervino su secretaria.
-Yo voy por ella. Que termine la reunión después -dije y salí en dirección a su oficina en el segundo piso.
Me detuve en el umbral al encontrarla hablando con alguien. No podía reconocer quien era, pero por las expresiones y la mano de este sobre la contraria, se podía ver que eran bastante cercanos. Él giró un poco el rostro y me miró de soslayo. Decidí entrar y poner fin a lo que estaba viendo, por algún motivo me incomodaba.
-Lydia -la llamé sin preguntar si podía pasar o no. Ella se liberó rápidamente de la mano de él -. Estamos esperando por ti.
Ni siquiera me molesté en saludar.
-En un segundo estoy con ustedes.
Les di la espalda y me marché.
Ella salió detrás de mí unos segundos más tarde. La esperé fuera del closet de limpieza. Tiré de su brazo para hacer que entrara conmigo.
-Es él ¿verdad? ¿Tu amante secreto? - dije sintiendo mis manos temblorosas. Se limitó a asentir y bajar la mirada.
-Te pido que te mantengas alejado de esto... de lo que sea que tenemos los dos. Me toca a mí decidir si quiero seguir con él. Y no le cuentes a nadie, por favor. No quiero problemas con su esposa -se liberó de mi agarre para dirigirse hacia la sala.
¿Esposa? No lo podía creer. ¿Quién sería tan tonto como para usarla de amante? Definitivamente un idiota.
Mierda, estaba molesto. Muy molesto. Ya habíamos hablado de esto, sabía que había alguien más, pero lo que no me imaginé quien podría ser. Era casi perfecto el imbécil. Alto, guapo, elegante, rico, educado...claro, solo alguien así podía merecer a Lydia. Pero, espera un puto momento yo también era todo eso y tenía una ventaja sobre él: yo no estaba casado. Pretendía jugar esa carta y convencerla de que merecía algo mejor. Lo siento, así soy, no me rindo ni me dejo intimidar.
-¿Sabes qué? No... -dije cuando ella estaba a punto de girar el pomo de la puerta.
Frunció el ceño, pero antes de que pudiera articular una frase, estampé mis labios contra los suyos. Necesitaba que supiera cuanto la deseaba.
-No voy a respetar el lugar de alguien que no te lo da a ti -dije y volví a juntar nuestros labios.

La lluvia se ha detenidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora