Jordan
Ya había pasado una semana, y como habíamos planificado, debíamos salir a la isla de King.
No me entusiasmaba la idea de volver a reunirme con ese director de cine. Era un completo imbécil y había dicho mucha mierda sobre mí por no aceptar sus propuestas.
Pero aparentemente, ahora que estaba en mi peor momento quería aprovecharse de la situación. A pesar de mis errores, sigo siendo Golden J. Muy inteligente de su parte.
Pero una cosa que me incomodaba de sobremanera fue la forma de obligarme a hacer todo esto con la excusa de que era por mi bien.
Esta enana: ¿qué se creía? No pensaba dejar que me pasara por encima, a pesar de que mi madre le había dado la potestad de hacerlo.
Me moría por ver su expresión cuando se diera cuenta de que el jet había despegado sin ella.
Sin duda le daría un mini infarto. Inventé una historia de Lydia, donde me decía que iría en otro vuelo porque necesitaba ultimar detalles y que pedía de favor que no la llamaran porque iba a estar ocupada.
Y para mi sorpresa me creyeron.
El vuelo transcurrió lleno del espaviento del staff junto a mis amigos que se habían asociado para jugar un juego de karaoke.
Mis oídos estaban a punto de estallar hasta que una voz mecánica advirtió que nos colocáramos los cinturones porque estábamos a segundos de aterrizar.
Aún no habíamos fijado los pies en la pista y ya teníamos un autobús esperando, muchos guardaespaldas y empleados con comida y ropas.
Llegamos a la enorme mansión donde viviríamos los próximos meses. Era mucho más hermosa de lo que me imaginaba.
Los jardines alrededor tenían un pasto de un color verde imposible, además de unos rosales pulcramente cuidados. Una estatua de elefante se elevaba en el medio de una fuente de mármol que brotaba extensos hilos de agua. Un columpio rodeado de tulipanes me hacía recordar una película de Disney. Luces colgaban alrededor de toda la balla, que mantenía la mansión alejada de las miradas curiosas de los espectadores desde fuera.
Todos entramos observando la magnificencia a nuestro alrededor, tanto que no me di cuenta de que un señor charlaba animadamente con otra persona hasta que estuvimos dentro del salón.
Todos saludaron cordialmente, menos yo, que me había quedado atontado al observar a su interlocutora: Lydia.
Mis ojos se me salían de las órbitas y mis manos comenzaron a sudar. No entendía cómo había llegado hasta ahí, y antes que nosotros.
—Hola, chicos —saludó ella —. Hola, Jordan.
—Hola, Lydia —Grace se había acercado a ella y la había besado —. Ya veo porqué querías venir por tu cuenta. Siempre tienes que llegar antes de tiempo a todos los lugares.
Ella solo esbozó una sonrisa falsa sin dejar de mirarme.
Comenzaron unas olas de apretones de mano entre todos los presentes.
—El Golden J en mi casa, es todo un placer. Mi nombre es Fred Casillas. Me alegra que hayas aceptado mi oferta finalmente —me comentó el señor mayor como si no recordara quien es y seguidamente comenzó a presentarme
con todos sus subordinados.Una joven regordeta con lentes se acercó a extenderme su mano.
—Y queremos sepas que nos encantó tu idea.
—¿Mi idea? —estaba confundido, no recordaba haber tenido una de esas en mucho tiempo.
— Sí, claro. Tu mánager nos contó y ya emitimos un comunicado. Será todo un éxito.
Una mirada de asombro fue hasta la aludida. Y ahí estaba, con su cara de zorra mirándome burlona. Solo pude pensar “Dios”.
—Sí, nos parece bien que quieras participar como la figura principal el día del Orgullo Gay. Ya hemos hecho las gestiones, solo debes presentarte con tu mejor sonrisa y ya. A demostrar todo lo que tengas guardado —dijo la regordeta levantando las manos con emoción.
No creo que mi boca haya estado más abierta que en ese momento. Tuve que obligarla a cerrarse con mi mano. Miré una vez más a la diabólica metro con cincuenta.
Quería que la tierra me tragase o a ella, o a ambos mientras sonreía satisfecha.
Mierda, ya me imaginaba los titulares. <<Golden J sale del armario>>.
A ver, no es que tuviese nada en contra de la comunidad LGBT, para nada. Desde el principio había contado con su apoyo incondicional y los integrantes de esta que había conocido eran personas increíbles.
El problema sería con mis amigos cabrones. Esto me iba a costar más de una broma pesada. Me harían la vida imposible y no pararían de molestarme con este tema.
Lo sabía. Serían unos meses duros.
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La lluvia se ha detenido
RomanceLa pasiva y organizada vida de Lydia Frey se ve sacudida cuando le proponen trabajar siendo la representante de Jordan Greg, actor y modelo. Quien pasó de estar en la cima de su carrera, al fondo de esta, provocado por varios escándalos y situacion...