Capítulo 60: Ven a vivir conmigo

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Jordan

Decidí que haría mejorar su día o dejaba de llamarme Golden Jay. Llevaba varias semanas buscando la forma correcta de hacer esto, pero los nervios me atacaban siempre que lo intentaba. Hasta que por fin hoy me decidí. Sería el día.
El apartamento dónde había traído a Lydia mientras estaba drogada meses atrás, finalmente estaba listo. Tuve que hacerlo yo todo porque no quería que absolutamente nadie supiera de su existencia. La zona era un barrio residencial, donde incluso para acceder a él debías poner una contraseña y ser inspeccionado por un personal. El edificio tenía muchísima seguridad, con guardias y cámaras por doquier. Los inquilinos no se conocen entre ellos.
Decidí que este sería mi regalo para ella. Bueno, para ambos. Porque por supuesto que le pediría vivir juntos. Deseaba que supiera lo importante de esta relación para mí y que estaba dispuesto a cambiar todo lo que había sido en el pasado.
La recogí cerca de las cinco de la tarde. Cuando se sentó a mi lado en el auto, coloqué un antifaz oscuro en sus ojos para que no pudiese ver.
-Esto no es una especie de fetiche o algo así ¿verdad?
-¿Eso te preocuparía?
-En lo absoluto.
-No, no lo es -me acerqué para dar una pequeña mordida a su mandíbula -. Aunque es bueno saber que estarías dispuesta -. Se mordió el labio inferior y sonrió.
Conduje hasta nuestro destino, rezando porque todo saliera como había planeado.
Entramos al apartamento y le retiré el antifaz.
-Bienvenida.
Este era hermoso. Poseía unos amplios ventanales de cristal. Los apartamentos que nos rodeaban comenzaban a encender las luces para combatir la oscuridad. El lugar ofrecía una encantadora vista a la bahía. Era un espectáculo increíble.
-Es...hermoso -alcanzó a decir mientras corría a contornear con sus dedos a través del cristal, el sol que comenzaba a esconderse en el horizonte.
-Tú lo eres más.
Se giró para mirarme y sonrió tímidamente. Algo en mi pecho se inquietaba siempre que hacía eso.
-Jordan, no creo que...
-Ven a vivir conmigo. A pesar de que nunca he vivido en él, te aseguro que es lo máximo -me acerqué y pasé mis manos alrededor de su cintura, quedando frente a ella -. No está en ningún radar, lejos de las cámaras y los reporteros. Es como un pedazo real de mí, y quiero que formes parte de él. Para siempre.

La lluvia se ha detenidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora