44. Citatorio

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—No tienes que disculparte por Ander —interrumpió Matthieu, la exasperación expulsando el aire de sus pulmones—. No es culpa tuya que, si ya antes era un tipo irracional, su temperamento empeorara. En todo caso, es culpa suya por meterse en estos líos.

Aura no respondió de inmediato.

La opinión sobre el carácter de Ander variaba mucho dependiendo del área en que se le conociera.

Ella, que lo conocía como hermano, fue testigo a lo largo de una vida de un lado dulce y tierno, que a sus ojos lo hacía ver más como un conejo asustado que intentaba, en su temblorosa esponjosidad, mostrarse feroz y protector.

A decir de Matthieu, que compartía el día a día durante su horario laborar, su carácter tenía más defectos que dulzura. Y no, no podía reprocharle la diferencia entre el Ander que le mostraba a ella, y el que se mostraba delante del único amigo que tenía (y lo apoyaba incondicionalmente), igual que, incluso el sobrepasado Matthieu, tampoco lo hacía con su faceta de hermano.

Los dos entendía, en lo cansado de lidiar con un jefe que en ese momento había despedido a la producción entera de una película con una inversión billonaria, que afectaría la credibilidad y la confianza en Antares, según infería Aura en su limitado conocimiento del tema; que contaba con motivos de sobra para ser de ambas formas, y de mil más.

La ternura y la ferocidad motivadas por la culpa y la urgencia de proteger a la única familia que le quedaba. Suave con ella. Inclemente en los negocios. Carismático con el mundo. Y cruel consigo mismo. Así era Ander.

Cualidades y defectos que, lamentablemente, en esa situación, se potenciaron.

Estuvo por hablar, para abogar brevemente por su hermano, asegurando que sus intenciones al momento de ir tras Gabriel jamás fueron terminar con un proceso legal encima, colocando en riesgo su reputación y la de la empresa que tanto le costó levantar, pero no lo hizo. Antes de hablar por Ander, necesitaba resolver la duda que le estaba carcomiendo la cabeza.

Y esa duda fue la que pronunció:

—Matthieu —dirigió la conversación hacia el terreno delicado que quería explorar, haciendo que el silencio del hombre del otro lado de la línea se agravara, preparándose para lo desconocido—, ¿por qué Ander no habla con Andrea y solucionan esto?

¿Cómo fue que el interés romántico de su hermano, se salió de proporciones? Comprendía que la sociedad era muy cerrada aún al respecto, en términos generales, pero consideraba que nada de eso debería haber escalado a esos niveles, con sus primos enfrentando legalmente a Ander, involucrando a un tercero que, tenía la duda, de si Andrea realmente lo quería. La pelea por un hombre no debería llegar a tanto, por mucho resentimiento que hubiera quedado entre las familias tras la muerte de su madre.

Sí bien era cierto que los Echeverría seguían creyendo que su padre y Ander no fueron lo suficientemente diligentes e insistentes en la investigación en torno al accidente de auto, y que a raíz de esa diferencia se distanciaron, eso no ameritaba un grado de hostilidad como para que existiera el impedimento de hablar respecto a la situación actual.

—¿Ander —comenzó a decir Matthieu, entre confundido y anonadado— no...? Merde!

Lo que fuera que alteró a Matthieu, también lo hizo colgar sin siquiera despedirse, dejando a Aura confundida, preocupada, y más sumida en la confusión que al inicio.

"¿Ander no...?", la frase incompleta se quedó clavada en su mente, inquietando las aguas, de por sí complicadas, de sus pensamientos.

Ander la había protegido por tanto tiempo y de todo, que comenzaba sospechar que ese excedente de protección también lo incluyó a él y a sus secretos.

Los Secretos del Hombre de Mis SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora