58. Favor

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"A mis queridos hijos e hija:

No espero que me perdonen. No fui una buena madre. Aunque mil veces juré que daría mi mayor esfuerzo para serlo. Lo juré, cada día antes de que el demonio que dormía a mi lado se quitara la máscara; y después de que destruyera nuestra falsa felicidad, cada segundo. Mil veces lo juré, y mil veces les fallé intentándolo. Ese será mi más grande pecado, y mi más grande castigo."

* * *

-¡¿Cómo pudiste ser tan cruel?! -fue el reclamo de Aura.
Más que sus palabras, o la imprecación del acto, lo que detuvo a Andrea fue el reflejo que las sombras y la luz artificial superpusieron en el semblante de su prima.

Quien se paró delante de Andrea, el letrero de la tienda de conveniencia iluminando su rostro, no fue la pequeña con la que solía jugar en el Jardín Botánico, ni la chiquilla que un día desapareció y, al reaparecer, era como una estrella que había perdido su luz, ni la dulce princesa que había deseado rescatar (como no pudo hacerlo con su tía) desesperadamente. Frente a ella, vio al fantasma de su tía Alana, el rictus de sus labios, de sus mejillas, de su nariz, y la forma en que sus ojos la abarcaban, juzgando sus acciones, mostrando una abierta decepción y disgusto.

Los labios de Aura continuaron moviéndose en una lluvia de reclamos, y Andrea no la escuchaba, absorta en la ilusión de su tía, hasta que su prima adelantó un paso sobre su mutismo, tomándola de la muñeca, desvaneciendo el espejismo, generando un destello de furia en el que intentó darle una bofetada.

Aura levantó la mano bloqueando el golpe y, por unos instantes, se quedaron estáticas, reconociendo el borde del abismo alrededor del cual se hallaban. Aura podía retroceder e intentar hablar con calma, y ella podía hacer lo propio. Las dos tenían la opción y la oportunidad de dar un paso atrás. Aura lo dio, bajando la mano, tomando aire. Esa imagen terminó de destrozar a Andrea...

¡¿Cuántas veces no vio a su tía hacerlo?!

¿Cuántas veces ceder?

Presionó la mandíbula y avanzó, completando la bofetada, segura de que si su tía hubiera dicho o hecho algo, contra Ander y su padre, no estaría muerta... No. Segura de que sí ella hubiera tenido un poco de poder, una simple niña como ella, habría logrado protegerla. Furia que no había mitigado en años, apuntando a dos direcciones.

Esa noche, Aura era el vivo retrato de su tía Alana, o lo fue, hasta que la joven se recuperó el shock inicial de la bofetada, y respondió lanzándole un puño a la mejilla, comenzando una pelea donde la clara desventaja fue para Andrea, hasta que un automóvil cegó con sus luces altas a su prima, permitiendo que la empujara al flujo vehicular.

Pasó una mano por la mejilla, presionando la zona amoratada, trayéndose del pasado al presente a través del dolor.

-Toma -una compresa fría fue ofrecida por Eduardo, en cambio de la anterior, que yacía escurriendo en una charola sobre la mesa de centro de la sala, sentándose a su lado.

-¿Pudiste averiguar algo?

Eduardo pasó una mano por el cabello, peinándolo hacia atrás, mitigando las múltiples sorpresas con las cuales su hermana llegó.

-No mucho -suspiró-. Sólo sé que Aura fue llevada a un hospital y que parece estar con vida.

-¿Nada más?

Los Secretos del Hombre de Mis SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora