37. Paraíso

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Ander no se enteró de su viaje a Birmingham.

Gabriel le imploró a Matthieu que no se lo dijera, y no le explicó la razón por la cual regresó sin verlo, casi de inmediato. Lo único que hizo, por llamada, fue ofrecerse a pagar los gastos del avión y la estadía en el hotel, a pesar de que esa madrugada no durmió ahí, sino que regresó a Marvilla por su cuenta, en clase turista, tratando de pasar desapercibido en el cumulo de gente durmiendo a su alrededor. Matthieu rechazó el pago y no insistió en conocer sus motivos.

Con una despedida corta y un gracias, Gabriel se recostó en el asiento trasero del taxi, habiendo viajado al pasado unas horas. En Birmingham, el sol ya había salido. En Marvilla, la oscuridad de la madrugada lo abrazó y recogió el polvo que quedaba de los pedazos de un corazón que se aferró a intentar latir.

El polvo se convirtió en bruma, y la bruma cubrió con la llegada del alba los días siguientes, haciendo de su andar el lento y patoso el teatro de una marioneta.

A media semana, a Gabriel le sorprendió que nadie hablara del tema de Ander en la oficina. Si acaso, supieron y celebraron el visto bueno al proyecto, tratándolo como a una especie de héroe por haberlos defendido del abuso de Antares. Pero, nadie sacó a colación su última reunión en concreto, o la noticia bomba en los medios: una misteriosa y hermosa mujer relacionada con su conflictivo cliente. Su identidad protegida por Ander a capa y espada, y su resistencia a presentarla, instigó a los programas de chismes a sacar fotos desenfocadas y formular locas teorías de ellos juntos como pareja, amantes, esposos, prometidos y demás.

Quisiera o no, Gabriel conocía las novedades por las noticias en redes.

Se decía que estuvieron en Inglaterra (él lo sabía).

A la siguiente semana se anunció que aterrizaron en Marvilla (eso fue nuevo).

Unos días más tarde una segunda bomba de rumores cayó, asegurando que la mujer estuvo en el hospital y que vivían juntos, lo cual hizo explotar la cabeza de miles, con la idea de un posible embarazo y matrimonio. La prensa, sin ninguna vergüenza, le pidió a Ander, no una aclaración, sino un anuncio de la fecha para la boda.

Una locura en los medios tradicionales y digitales, de la que, en la oficina, encontraba un somero respiro que el miércoles de la tercera semana, supo que se debió a Luz, quien lo estuvo protegiendo.

Mientras Antares los sepultaba en nuevos proyectos, enviando sólo las solicitudes y especificaciones, postergando la presentación formal para cuando hubiera bocetos que pasaran una etapa preliminar a distancia de valoración; Luz lidiaba con pedirle a sus compañeros, enarbolando la excusa del desencuentro entre los "grandes amigos", que evitaran hablar de cualquier noticia relacionada con el CEO de Antares en las oficinas de Figgo.

Una consideración que Gabriel le agradeció, ofreciéndole un nuevo puesto, uno que también creía que sería necesario establecer con la carga de trabajo que tenían encima. El trabajo era bueno, la paga estaba siendo mucho mejor, a pesar de la sobrecarga, y eso les permitió y obligó a contratar más personal, el suficiente para establecer su propia oficina de secretaria. Pequeña, en comparación a las grandes empresas, con la becaria a cargo de Luz, que fue nombrada jefa de la nueva área.

Sus padres alabaron el repentino avance y él sólo agradeció que pudiera hacerlo. De esa manera la jefa de secretaria actuaba de filtro, posponiendo aún más el contacto entre Ander y él.

El trabajo continuó amontonándose a lo largo del mes, teniendo que rechazar cualquier proyecto ajeno a Antares, quedando con una agenda reducida de clientes, lo cual no le gustaba a Gabriel. No obstante, dentro del contrato general que su padre firmó con la empresa de entretenimiento, una de sus cláusulas era priorizar sus encargos.

Los Secretos del Hombre de Mis SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora