54. Alegría

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El miedo produce distintas reacciones de una persona a otra, de un momento a otro.

Una persona explosiva puede quedarse quieta y muda.

Una persona tranquila puede correr y gritar.

Quien fue incapaz de moverse y hablar en una situación, en otra puede alterarse.

Quien fue incapaz de mantenerse en calma y silencio, en otra puede paralizarse.

Roberto era consciente de las diversas reacciones de un ser humano en circunstancias así. En varias ocasiones, aun dentro del mundo de la farándula, y de sus breves incursiones en otro tipo de reportajes,mientras iba ganando fama en las columnas de chismes, tuvo la oportunidad de verlo en sus compañeros.

El equipo de seguridad de las celebridades en cuyas notas trabajó, no distaba demasiado de los cuerpos de seguridad de personajes oscuros a los que llegó a seguirles la cola. Y en esa delgada línea que un reportero pisa, jugándose en cuello, independiente al área en la que se mueva, siempre fue reconocido por lograr mantener una calma, sino completa, al menos con una nota sobresaliente, aun en los momentos críticos en los que otros se derrumbaron, uno de los motivos por los cuales Andrea lo seleccionó para ser quien llevara hasta las últimas consecuencias el reportaje de Antares.

Pecando de ego y vanidad, Roberto creyó haber experimentado suficientes situaciones para que sus peores reacciones se equipararan a lo sucedido con Ander y sus guardaespaldas/secuestradores, logrando que los reproches que le hacían por dedicarse al área de la farándula, en vez de a temas "serios", contaran como una especie de engreído premio.

Era bueno con el riesgo, claro, más no era el tipo de persona que quisiera morir en el campo de batalla. Disfrutaba de los placeres simples de la vida, por encima de sus "habilidades".

Más, delante de Gabriel, tras saber que lo escuchó hablar con Ander de la identidad de la misteriosa mujer con la que se le relacionaba, no supo qué hacer cuando el miedo, por fin, lo alcanzó.

Ni un arma apuntándole a la cabeza fue tan efectiva como la mirada esperanzada de Gabriel, esa que horas atrás, en su dolorosa resignación, haciéndolo sentir una basura por aprovecharse de su pena; se plantó como una luz para su corazón.

El miedo a perderlo lo hizo hablar, y lo hizo hablar.

Con formelas palabras fluyeron de su boca al exterior fue cobrando consciencia de la caída en picada sin paracaídas o arnés, hasta llegar al fondo de la oscuridad del departamento, en la solitaria madrugada, recostado en la cama vacía de Gabriel, donde se quedó dormido a su lado, en un intento vano por permanecer atento en caso de que intentara marcharse. Y, efectivamente, Gabriel esperó a que el sueño lo venciera y se fue, con el sigilo de temeroso ratón que le conocía transformado en una habilidad escurridiza.

Mordiendo su labio inferior, aguantando la tempestad en sus mejillas y nariz, Roberto tuvo que aceptar la derrota. No sabía si una derrota de batalla o de guerra, pero una derrota que lo sacó de la cama enviándolo al comedor a trabajar. Si le quedaban cartas para jugar, esas estaban ahí, en los folders en el maletín al que los relegó con Gabriel moviéndose por el departamento.

Las hojas, el cartón, el plástico y el metal conteniendo y sujetandolos pecados de Ander, sus secretos, siendo crueles acompañantes esa noche en que su corazón le hizo saber qué tan profundamente enamorado estaba de Gabriel, en base al miedo que tenía de perderlo.

* * *

Enredó sus pies con los de Gabriel bajo la sabana, sosteniendo su espaldabaja, desoyendo el sordo hormigueo que borraba su brazo de laconsciencia de su cerebro. Si tenía que prescindir de un brazo, o delos dos, por mantener a su amado a su lado, con gusto lo haría.

Los Secretos del Hombre de Mis SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora