Capítulo 1

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— El clima está hermoso. —Susurró Cassandra al mantener la vista sobre el ventanal, justo en ese momento entró Matilde quién era la ama de llaves.— Hoy me siento bien, no es necesario tomar esas pastillas.

— Tiene que tomarlas, es recomendación de la psiquiatra.

— Yo me siento bien, tan solo quiero ver a mi hijo... Ha pasado más de un mes desde que está en la clínica y no lo eh visitado, debo estar allí para cuando despierte.

— Señora-

— Las tomaré si prometes llevarme. —Ante la propuesta decidió tomar el medicamento, cogiendo su bolso salió de la habitación rumbo a la puerta principal.—

— Señora Cassandra, por favor debe-

— Iré a verlo y nadie va a impedirlo. —En el momento en que abrió la puerta se detuvo de golpe al verlo, su esposo Sergio logró que ella diera pasos hacía atrás y se quedó aferrada al bolso, al mantener la cabeza agachada.— Es mi hijo, soy su madre y no puedes alejarme de él.

— Dejemos que despierte y lo traeré a casa, allí podrás verlo. —Sergio se mantuvo serio luego de haber pasado noches en vela, debido al accidente automovilístico que había tenido su hijo quien cayó en coma.—

— Lo quiero ver ahora.

— ¿En serio? ¿Y qué crees que hará al verte? O mejor dicho ¿Qué harás tú? No dejaré que lo sigas lastimando... Pudo haber muerto y es un milagro que haya sobrevivido a ese accidente, no voy a perderlo otra vez por tu culpa. —Cuando se dirigía hacía el cuarto principal fue detenido por su esposa quién lo abrazó por detrás, aferrada con mucha fuerza y con lágrimas en los ojos.—

— Eh estado mejorando y tú lo sabes, estoy tratando de ser una mejor madre para César así que dame una oportunidad de demostrarte que eh cambiado.

— Ya dije que no, así que mejor ve a seguir preparando tus recetas de repostería que te ayudan a-

— Por favor. —Esta vez la señora de la casa cayó arrodillada ante el empresario.— Por favor, déjame ver a mi hijo. —Cassandra junto sus manos en forma de súplica.— No me hagas esto, cariño; me duele el corazón, mi mente solo es cruel conmigo, los recuerdos me golpean, tú no me hagas a un lado también...no me lastimes.

Sergio era consciente del riesgo que tomaría, pero no podía negarse a tal petición y mucho menos de ver la forma en que su esposa la mujer a quien juró amar desde la universidad se encontraba arrodillada frente a él, era débil y siempre lo fue, aquella debilidad había destruido al producto de ese amor apasionado.

Durante el camino de vuelta a la clínica Cassandra se mantuvo emocionada, arreglando una y otra vez el vestido que llevaba puesto porque según ella su hijo iba a despertar, era el único pensamiento que compartía con su esposo quién se mantuvo en silencio durante todo el camino. En la habitación se encontraba el cuerpo inerte de un joven quién tenía un vendaje en la cabeza, la madre de César lo sostuvo de la mano y se puso a rezar con fervor realizando una y otra vez aquella promesa que se había echo este año; después de pasar la hora prometida Cassandra debía volver a casa desilusionada de no haber podido lograr un milagro, pero cuando los padres cruzaron la puerta pudieron escuchar un sonido familiar.

— Mi cabeza... —Susurró el joven al despertar, sintiendo la visión borrosa y ver el cuarto blanco en el que se encontraba.—

— ¡Hijo! —El grito de Cassandra logró asustarlo, pero antes de poder reaccionar ella ya lo había cubierto con sus brazos.— Hijo mío, gracias a Dios que despertaste, sabía que lo harías... Te amo tanto, mi pequeño. —Unos pequeños besos rodearon el rostro de César quién miraba a las dos personas.— ¿Por qué me miras así? Debes acostumbrarte, ahora las cosas serán diferentes.

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