Capítulo 3

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« ¿Quién soy? »

« Si no soy César, entonces ¿Quién soy yo? »

El joven cayó rendido sobre el piso, arrodillado frente a Ivette quién abrió la boca por la sorpresa ya que no esperaba esa reacción, durante todo el camino supuso que él se mostraría indiferente ante las acusaciones y juraría ser el verdadero César.

— Dame un poco de tiempo, es lo único que te pido. —Al levantar la mirada se encontró con aquellos ojos color caramelo.— No llames a la policía, no quisiera que mi madre... No quiero herir a nadie, resolveré esto y me iré en silencio, así que por favor no hagas nada.

— ¿Por que te creería? Ni siquiera confío en ti, no te conozco ¿Cómo sé que realmente te irás simplemente? Quién sabe cuáles son tus verdaderas intenciones o-

— Por favor, aunque nos conozcamos por solo una semana... Te juro que no era mi intención usurpar la vida de nadie, te juro que ni siquiera sé como llegué a esa clínica ni mucho menos que ellos me acogieron como su hijo. —El joven continuaba en aquella posición, de un momento a otro vio como Ivette decidió sentarse sobre el sillón y sacaba el teléfono del bolso así que rendido simplemente agachó la cabeza.—

— Te daré tres días, si durante esos tres días no te haz ido de esta casa entonces llamaré a la policía. —Ivette soltó un suspiro consiguiendo una enorme sonrisa en el rostro del muchacho, quién por alguna razón le daba cierta confianza.— Y para tu información soy cinturón negro en taekwondo, no soy alguien fácil de matar.

— Gracias, prometo devolverte el favor algún día.

— Lo voy a grabar, porque las personas siempre olvidaban sus promesas. —Con rapidez puso la grabadora de voz en el celular y con una señal le pidió que se acerque al aparato.— Repitelo.

— Yo... Bueno no recuerdo mi nombre todavía, pero prometo que te devolveré el favor, no importa cuando ni lo que sea...lo haré.

— Bien. — La mujer guardó el celular y observó cómo el chico continuaba de rodillas.— Me haces sentir incómoda, párate. —Ante aquella orden, él hizo lo que ella pedía.— No sonrías. —Nuevamente consiguió que él le hiciera caso._ Da una vuelta. —El joven abrió la boca para decir algo, pero finalmente decidió quedarse callado y dar aquella vuelta.— La patita ¿No lo harás? ¿Debería llamar a la policía?

— Está bien, está bien. —Rendido y con la poca dignidad que le quedaba decidió sentarse al lado de Ivette, posando la mano sobre la de ella.—

— Muy bien... —Dio la felicitación como si se tratará de un cachorro a quien adiestraba, olvidándose a quien se refería ya se encontraba acariciando el cabello del chico. Las miradas de ambos chocaron, entonces Ivette lanzó una bofetada y se puso de pie de manera robótica.—

— Oye-

— Debo irme. —Ivette salió de la casa con rapidez, sintiendo aquella sensación de nerviosismo que detestaba sentir y como siempre prefería ignorarlo.—

A la mañana siguiente, el joven decidió visitar a Bruno quién no había asistido a la universidad por unos días y lo encontró un poco demacrado como si no hubiera comido bien o quizás era simplemente las amanecidas que se daba.

— ¿Qué pasó? ¿Extrañas a la mala influencia? —Preguntó al cubrirse con una casaca debido al aire frío que había en la calle.—

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