Capítulo 17

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Lucas estacionó la camioneta, subió directamente al cuarto de su hermano y al tratar de ingresar se dio cuenta que tenía seguro, apegado a la puerta pudo soltar un suspiro.

— ¿Estas durmiendo? —Preguntó al colocar la oreja sobre la puerta, tratando de escuchar algún sonido.— ¿Puedes abrirme la puerta? César... Sé que puedes oírme. —Comenzó a golpear la puerta hasta que finalmente se rindió, pero justo en ese momento escuchó el sonido de la manija.—

— ¿Qué quieres? No puedes dejarme tranquilo ni en mi propio cuarto.

— ¿Por qué no nos acompañaste? Teníamos que ir en familia. —Lucas se lanzó sobre el colchón al abrazar la almohada.— Háblalo conmigo, puedes contarme lo que sea y no le diré a nuestro padre, será nuestro secreto.

— Ya te abrí la puerta, ahora quédate en silencio que estoy trabajando. —Pronunció sin mantener la mirada, más que teclear sobre la laptop.—

— ¿Estás bien?

— ¿A qué viene esa pregunta? —César sonrió al continuar trabajando.—

— Solo pregunto, es una simple pregunta ¿Estas bien? —En ese momento César dejó de teclear, bajando los brazos.— Somos hermanos, no soy un desconocido con quién tengas que aparentar.

— Estoy bien. —Respondió al tragar saliva y sentir la presencia de su hermano quién sin decir algo más solo lo abrazó.— Quítate, ya te dije que estoy bien ¿Qué esperabas escuchar? —Sus intentos de escapar de aquel cálido abrazo fallaron.—

— Solo quería abrazarte, quiero que sepas que siempre estaré para ti. —Lucas se separó, caminando directo a la puerta.—

— No te vayas, no...me dejes solo. —Ante aquellas palabras recibió un fuerte abrazo de su hermano menor, entonces César terminó por abrirse y dejar que sus lágrimas se abrieran camino sobre su rostro.—


Cuando el señor Miranda llegó a casa se encontró con la sorpresa de que sus hijos habían tenido la gran idea de preparar algo juntos, por parte de Lucas no había problemas ya que en su antigua vida había aprendido a ser independiente y crecer antes de tiempo debido a las necesidades, por el otro lado teníamos a César quién era muy exigente con las cosas que sus manos tocaban especialmente las carnes.

— ¡Baja esa cabeza de pollo! ¡Dios, que asco! —Exclamó al mantener la distancia de Lucas quién comenzó a jugar con el animal muerto solo para asustarlo.— ¡No te me acerques! ¡Pequeño mocoso! ¡Papá, dile algo! —Corrió a refugiarse detrás del padre, quién solo se reía.—

— Ya Lucas deja a ese animal tranquilo.

— Está bien, está bien. —Con una enorme sonrisa Lucas dejó la cabeza del pollo sobre la basura, en ese momento César volvió a él.— Hoy te tocará aprender a cocinar, tienes que saber valerte por ti mismo.

— Por si no recuerdas soy tu mayor por dos minutos y diez segundos, así que deja de tratarme como un niño.

"¡Hay la cabeza de pollo!" ,"¡Qué asco!" —La imitación del señor Miranda logró sacar fuertes carcajadas en ambos jóvenes, César no pudo hacer nada al verse en desventaja.—


                                    ∞∞∞


Al pasar unos días, Ivette llegaba al restaurante acompañada de Jazmín quién había cambiado drásticamente su forma de vestir para poder encajar en la clase social de su pareja.

Fabiola y Ana ya se encontraban en el lugar, ambos se sorprendieron por la acompañante a quién solo habían visto una vez que era en la graduación de César y con quién no tuvieron comunicación. Jazmín ofreció un cordial saludo antes de sentarse, Ivette con mucha amabilidad la presentó ante sus amigas y pidieron unos platillos para comer, durante el deguste Fabiola prestaba total atención en cada acción de Jazmín y debido a la incomodidad terminó por manchar accidentalmente la blusa blanca que vestía.

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