Capítulo 30

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La noticia sobre el embarazo de Jazmín no llegaría a los oídos del señor Miranda, César la había convencido de que no era el momento para dar esta noticia y después de mucha insistencia consiguió que guarde el secreto aunque todos eran conscientes del cambio corporal que había sufrido, pero solo creyeron que era algo normal o producto de la ansiedad.

×××

Ivette:
Te oyes un poco triste ¿Todo bien?

Jazmín:
Es la regla, estoy muy sensible estoy días.

Ivette:
Tienes razón, el único síntoma que tengo es el antojo de cosas dulces y lo bueno es que no tengo dolores.

Jazmín:
Eres una maldita suertuda.

Ivette:
Gracias.

Jazmín:
Buenas noches, que tengas dulces pesadillas.

Ivette:
Igualmente, buenas noches.

×××

Lucas se había quedado admirando como su hermano permanecía cerca del jardín, cuidando de las plantas que él había sembrado y notando como mantenía una expresión de calma, hasta podría decir que por primera vez vio un rastro de pureza en aquellos ojos.

— Que bueno que estás en casa, tomó de más y no dejaba de insistir en que la llevará aquí. —El hombre dejó a Fabiola sobre los brazos de Ivette.— Ahora es tu problema.

— Oye, no puedes... —Sus palabras se la llevaron el aire al verlo subirse rápidamente al carro y desaparecer, sin poder hacer más llevó como pudo a Fabiola hacia el cuarto de visitantes.— No puedo creerlo, recién son las tres de la tarde y está en este estado.

— ¡Ive! ¡Cuánto te extrañe, mi mejor amiga!

— Cállate.

— ¿Por qué...eres tan fría conmigo? —Reprochó al dejar salir unas lágrimas, para finalmente quedarse dormida.—

Después de estirarse a cuerpo completo Fabiola abrió los ojos de golpe, dándose la sorpresa de aquel cuarto que en su infancia era el refugio para las tres y al salir del lugar pudo escuchar la música de Stephen Sánchez sonando a todo volumen. Ella sabía de donde provenía la melodía, al ingresar al cuarto de arte de Ivette, la vio plasmando un cuadro al ritmo de la canción (Be More).

— Veo que ya despertaste.

— ¿Cómo llegué aquí? Estaba en una reunión de amigos. —Susurró al tomar asiento en la silla de patas largas.—

— Ay no. —Ivette soltó un suspiro al dejar la paleta de colores a un lado y Fabiola no entendía esa expresión hasta que la notó como se controlaba para no reírse.—

— ¿Estaba fresca?

— Sí... —Respondió al dejar de controlarse y poder reírse con libertad, después de hacerlo llevó a Fabiola hacia el cuarto de ella y poder darle una ropa para que pudiera cambiarse.— Debes tener más control cuando tomas, quién sabe si esas personas con buenas o no, no deberías de confiar en los desconocidos.

— Son amigos del trabajo.

— Aún así, las personas...

— ...pueden ser crueles y egoístas, siempre lo dices. —Al remangarse la manga pudo sentir el dolor en el estómago producto de la dieta que estaba realizando y como siempre Ivette podía deducir sus pensamientos para invitarla a comer.— No puedo más, voy a vomitar.

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