Capítulo 3.

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Encontré una manera de dejarte entrar. Aunque, en realidad, nunca lo dudé

Abriste los ojos de a poco y miraste a un lado de ti, no había nadie en el espacio que dejabas para tu hermano la noche anterior

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Abriste los ojos de a poco y miraste a un lado de ti, no había nadie en el espacio que dejabas para tu hermano la noche anterior. Miraste al techo dejando salir un suspiró, tocaste tu frente en dónde todavía tenías un poco de fiebre, te giraste a mirar la mesita de noche y viste algunas pastillas junto a un vaso de agua.

Te sentaste en la orilla de la cama y cerraste un poco los ojos, mareandote en el intento. Agarraste el vaso para luego beber un poco del líquido, abriste los ojos y miraste a la puerta esperando que Jooha apareciera, pero no fue así.

Saliste de la habitación mirando la sala, había un refresco en la mesa de en medio junto a una sopa instantánea. Caminaste a la cocina y entonces escuchaste como estaban tarareando desde el baño.

─ ¿Jooha?

La puerta del baño se abrió dejando ver a Pilwon con las manos mojadas, te hiciste para atrás al ver a ese hombre y tragaste grueso.

─ ¿Jooha? ─ tomó un trapo de la cocina para secar sus manos ─ Seguramente este descansando, hizo un buen trabajo anoche. Lastima que su hermana sea una inútil.

Dejó el trapo en su lugar y te miró con un muy notable enfado.

─ Lo siento.

─ ¿Lo sientes? ¿En serio?

Se acercó a ti sujetando tu rostro con ambas manos y apretando su agarré con fuerza, hiciste una mueca ya que te estaba lastimando.

─ Eres una estúpida que no sabe hacer una mierda bien.

─ ¡M-me esfuerzo en hacerlo! ─ tus ojos se llenaron de lágrimas ─ ¡Lo siento!

Una de sus manos soltó tu rostro y te sujetó del cabello con mucha fuerza, te quejaste y entonces la puerta principal se abrió. Ambos miraron a esa dirección y vieron al pelinegro con una baderilla en la mano, Pilwon te soltó rápidamente y tú limpiaste tus lágrimas rápidamente.

─ ¿Qué haces aquí? ─ preguntó Pilwon.

─ Este... Soy nuevo en el edificio ─ mintió ─ Venía a saludar a mis vecinos ─ sonrió.

─ Ya veo ─ el hombre te miró de reojo ─ Ten un buen fin de semana ─ paso al lado de Dooshik y se fue cerrando la puerta.

─ ¿Estas bien? ─ Dooshik se acercó a ti dejando la banderilla en la mesa.

─ Estoy bien ─ suspiraste ─ Estoy bien.

Te sujetó de la mano con cuidado y te sentó en el sofá, fue por un vaso con agua, regreso y se sentó a tu lado. Te paso el vaso para que le dieras un trago, te tomó del rostro con una mano y con la otra paso una servilleta para secar tus lágrimas.

Camino De Espinas | Kang DooshikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora