Capítulo 26.

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Soy prisionero de mis decisiones

Dooshik se encontraba en un bar, bien vestido, como si fuera a conquistar a cualquiera que a él le gustara

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Dooshik se encontraba en un bar, bien vestido, como si fuera a conquistar a cualquiera que a él le gustara. Estaba en la barra, bebiendo un poco y mirando de vez en cuando a su objetivo. Aquel hombre de traje rojo lo miró y Dooshik le dedicó una sonrisa pícara.

El pelinegro empezó a caminar hacia el baño y aquel hombre se levantó de su lugar, siguiéndolo con rapidez. Había levantado su curiosidad, y eso era bueno para el chico de ojos miel.

El hombre, al entrar, vio a Dooshik lavándose las manos y se puso a su lado ─ ¿Te gustaría subir al hotel? ─ preguntó.

Dooshik sonrió y se acercó a la puerta principal con cuidado, le colocó el pasador y agarró al hombre por detrás, ahorcándolo con su brazo ─ ¡Tengo novia, imbécil! ─ dijo, apretando el agarre con fuerza mientras el hombre se quejaba.

En un movimiento rápido, el hombre de rojo sacó una navaja y apuñaló a Dooshik. Este lo soltó y se alejó, quejándose por el dolor provocado.

─ ¿Jaeil te mandó? ─ le cuestionó molesto el hombre ─ ¿Crees que no me di cuenta de que querías hacer esto?

Mientras Dooshik se quejaba del dolor, escuchó cómo los hombres que venían con él empezaron a llamar a la puerta. Uno de los hombres más fuertes tiró la puerta abajo, y entraron urgentemente, viendo a su líder.

─ Hyung, ¿estás bien? ─ le preguntó uno de sus colegas.

─ Encárguense de él ─ les ordenó el de rojo.

Dooshik vio a todos los hombres, maldijo a su jefe por lo bajo y, con todo el dolor del mundo, se abalanzó contra ellos. Dándoles golpes fuertes y precisos, dejándolos inmóviles en el suelo y, a algunos, quebrándoles partes del cuerpo. Cada golpe era una mezcla de furia y desesperación, movido por la necesidad de sobrevivir y regresar a tu lado.

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Por otro lado, mientras Dooshik arriesgaba su vida, su jefe estaba en un sauna, observando su celular. Había una foto de ti y Jooha que miraba con mucha atención, acercando la imagen para ver mejor cada cara.

─ Creo que... He visto al chico en algún lado ─ murmuró para sí mismo.

Mientras seguía pensando, un hombre de ojos rojos se sentó a su lado, sin ninguna expresión en el rostro.

─ ¿Y las cosas? ─ preguntó el jefe.

─ Lo entregué en una caja, las condiciones están bien ─ respondió el de ojos rojos.

─ Rusia recoge bien las cosas. Buen trabajo ─ dijo el mayor.

El de ojos rojos miró lo que su jefe estaba viendo en el celular, observó la foto de ustedes y su jefe le pasó el teléfono ─ ¿No son guapos los cachorros?

Camino De Espinas | Kang DooshikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora