Capítulo 51.

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Dooshik estaba metido en un callejón mirando su celular ya que la luz roja se había detenido afuera de unas bodegas

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Dooshik estaba metido en un callejón mirando su celular ya que la luz roja se había detenido afuera de unas bodegas. Miró a todos lados buscando algo con qué entrar y golpear a quien se le apareciera. A lo lejos observó una barra de hierro, corrió hacia ella y la agarró. Iba con todo para enfrentarse a cualquiera que se interpusiera; no iba a ser amable con nadie.

Mientras se adentraba, su celular comenzó a vibrar. Lo miró y vio el nombre de Baek Seunghyun en la pantalla, pero colgó la llamada sin dudarlo y siguió avanzando. Estaba concentrado, buscando una entrada cuando, de repente, escuchó voces de hombres. Siguiendo los sonidos, hasta que llegó a una puerta entreabierta.

Dooshik se asomó con cautela y vio a tres hombres conversando. Sin dudarlo, se acercó con pasos rápidos, alertando a uno de ellos que lo señaló mientras los demás se giraban para enfrentarlo.

— ¿Dónde está Jin T/n? — preguntó con seriedad, sin intención de perder el tiempo.

Uno de los hombres lo miró de arriba abajo y soltó una risita — ¿Y quién es este?

— Ah, espera, este bastardo es —

Dooshik no lo dejó terminar. Con un rápido movimiento, levantó la barra de hierro y golpeó al hombre en la cara, haciéndolo caer al suelo de inmediato. Los otros dos se alarmaron al ver a su amigo tirado, vieron a Dooshik listos para tirarse sobre él, pero justo cuando Dooshik comenzaba a recuperar el aliento, escuchó pasos apresurados que bajaban por las escaleras metálicas. Alzó la mirada y vio cómo un grupo de hombres se precipitaba hacia él.

— ¡Díganme dónde mierda está Jin T/n! — rugió con rabia y su voz resonó fuerte en el lugar.

Los hombres no respondieron con palabras, sino con golpes. Sin dudar, el primero de ellos lanzó un puñetazo directo hacia Dooshik, pero este, más rápido que ese idiota, lo esquivó y contraatacó con la barra de hierro que llevaba en sus manos, impactando con fuerza en su abdomen. El hombre cayó al suelo con un gemido ahogado, mientras los demás se lanzaban al ataque.

Dooshik no se detuvo. Cada vez que sentía el dolor de un golpe en su costado o en su rostro, la imagen de ti, atrapada en algún lugar. Su mirada estaba fija, llena de una rabia que no iba a sacar con golpes. Uno de los hombres intentó sujetarlo por detrás, pero con un giro rápido, Dooshik lo golpeó en las costillas, enviándolo al suelo con un grito.

— ¡No me importa cuántos sean! — exclamó con su respiración entrecortada por el esfuerzo, pero su cuerpo aún fuerte para seguir — ¡Voy a sacarla de aquí!

Un segundo grupo de hombres apareció, bajando por las mismas escaleras, armados con barras de metal y cadenas. Dooshik los vio venir y ajustó el agarre de su barra, preparándose para lo que venía. Se lanzó hacia adelante, esquivando un golpe que iba directo a su cabeza, y contragolpeó con un movimiento preciso. El sonido del metal chocando contra carne y hueso resonó en el aire.

A pesar de la cantidad de enemigos, Dooshik no cedía. El sudor recorría su frente, mezclándose con la sangre que comenzaba a brotar de una herida en su ceja. Cada golpe que recibía parecía darle más impulso, como si el dolor lo hiciera más fuerte. Sabía que no podía rendirse, no cuando te imaginaba en peligro, sufriendo, esperando a que él llegara por ti.

Con un giro rápido, derribó a otros dos hombres, sus cuerpos cayeron al suelo con un ruido sordo. Algunos de los atacantes retrocedieron, asombrados por su resistencia, pero otros seguían lanzándose sobre él. Uno de ellos logró conectar un golpe directo a su costado, arrancándole un gruñido de dolor. A pesar de eso, Dooshik no se detuvo. Su barra se movió en un arco amplio, impactando con fuerza y enviando a su oponente al suelo.

Dooshik logró liberarse del montón de hombres que seguían bajando, salió corriendo adentrándose en uno de los pasillos. Entonces, cuando escuchó tus gritos, se dirigió hacia la última puerta y la derribó de una patada.

Al entrar, se paralizó al ver tu cuerpo desnudo. Lleno de moretones, con un arnes que apretaba tu piel y con unas medias hasta tus muslos, pero eso no era todo, en ese momento dos hombres te estaban penetrando al mismo tiempo, lo que hizo que la poca cordura de Dooshik se quebrara.

— Oh, llegaste — dijo Daehwi con una sonrisa divertida.

— T/n... — murmuró Dooshik, jadeante y visiblemente mal.

Tus ojos se abrieron de par en par al verlo ahí, lastimado y con la barra de hierro en la mano. Tus lágrimas brotaron sin control. No querías que te viera así, siendo violada por dos hombres. Intentaste moverte, pero uno de ellos te jaló del cabello para que lo vieras y antes de que pudieras gritar, este mismo te beso, ahogando tus gritos, solo podías mirar a Dooshik, sintiendo que te hundías en un abismo de vergüenza y desesperación.

Daehwi, de pie al otro lado de la habitación, soltó una carcajada fría.

— Parece que al final tu príncipe llegó, pero... — dijo, mirando a Dooshik con una sonrisa maliciosa — Me temo que esta historia no va a tener un final feliz.

El hombre junto a ti, que llevaba horas atormentándote, agarró una botella de alcohol y te la vertió de nuevo en el cuerpo, como si disfrutara al ver el sufrimiento en los ojos de ambos. Dooshik apretó la barra con más fuerza, sus nudillos se pusieron blancos, y la furia que había contenido hasta ese momento estaba a punto de desbordarse.

— ¡VOY A MATARTE HIJO DE PUTA! — gritó con rabia, amenazandolo.

Los hombres se abalanzaron contra él. Dooshik seguía peleando con una furia indescriptible, luchando contra cada hombre que intentaba detenerlo. A pesar de las heridas que se acumulaban en su cuerpo, cada golpe suyo era más fuerte que el anterior. La barra de hierro en su mano se movía rápido y letal, golpeando a cada hombre sin piedad.

Daehwi, con una sonrisa torcida en su rostro, observó la escena desde tu lado. Ordenó a los dos hombres que estaban contigo que dejaran de cogerte y se centraran en Dooshik. Sus manos frías agarraron tu rostro, obligándote a presenciar la brutal batalla que se desarrollaba frente a ti.

Uno de los hombres aprovechó la distracción de Dooshik y, sigilosamente, se acercó por detrás, clavándole una navaja en las costillas. Dooshik se quejó de dolor, pero no se detuvo. Giró rápidamente y, con un golpe feroz con la barra, tumbó a su atacante.

Mientras tanto, tus lágrimas caían sin cesar. El miedo y la impotencia te invadían. Ver a Dooshik peleando, a pesar de sus heridas, te desgarraba por dentro, no querías verlo sufrir de esa forma. La sangre de aquellos hombres manchaba el suelo, salpicando por toda la habitación. Cada golpe resonaba en tus oídos, y tu corazón latía con fuerza, sabiendo que no podías hacer nada para poder ayudarlo.

— Qué buen espectáculo — murmuró Daehwi con crueldad mientras soltaba tu rostro.

Con una sonrisa retorcida, sacó un arma de fuego de sus pantalones y la cargó lentamente.

— Sin embargo, este será un final diferente — dijo, apuntando directamente hacia Dooshik.

Camino De Espinas | Kang DooshikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora