Capítulo 43.

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Te detuviste, dejando la motocicleta a un lado del camino, y saliste corriendo hacia la orilla del río Han

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Te detuviste, dejando la motocicleta a un lado del camino, y saliste corriendo hacia la orilla del río Han. El paisaje era impresionante, con las aguas del río reflejando el cielo oscuro y los altos edificios que lo rodeaban. Pero justo cuando te disponías a disfrutar del momento, tu celular comenzó a sonar insistentemente. Tras ignorar varias llamadas, finalmente decidiste contestar.

— ¿Dooshik, estás bien? — preguntaste con cierta preocupación al escuchar su voz.

— ¿¡DÓNDE ESTÁS!? — respondió él, casi gritando al otro lado de la línea — ¿¡ESTÁS BIEN!? ¿¡ESTÁS MUY LEJOS!?

Sonreíste, al escuchar su preocupación.

— ¡Estoy en el río Han! — dijiste, dejando que la emoción se filtrara en tu voz — ¡Se ve hermoso!

— Dios mío... ¿No tuviste miedo de perderte? — preguntó, aún con un tono preocupado — Les diré que te dejen en la cocina, no me gusta que te vayas tan lejos.

— Oh, vamos... Es divertido ir a repartir cosas — suspiraste, mientras tu mirada se perdía en el paisaje — Hace mucho que no usaba una motocicleta.

— ¿Jooha te enseñó? — inquirió, con un poco de curiosidad.

— Mi... Mi padre me enseñó antes de que... Empezará a beber alcohol ─ comentaste con una leve tristeza.

— Ya veo — suspiró él, como si comprendiera algo más profundo — Espérame luego del trabajo, nos iremos juntos.

— ¿Estás seguro? — preguntaste, sorprendida por su ofrecimiento.

— Sí, quiero verte y... Besarte, ¡muero por besar a mi mujer! — exclamó con entusiasmo.

Sonreíste ante su confesión, sintiendo un calor agradable en tu pecho.

— Yo también muero por besarte.

Tus palabras provocaron que Dooshik se sonrojara al otro lado de la línea, y aunque no podías verlo, sabías que estaba sonriendo.

— Te veo luego — dijo con suavidad, intentando mantener la compostura.

— Adiós, cariño~ — le respondíste, lanzando un beso por la llamada antes de colgar.

Dooshik se quedó en silencio, procesando lo que acababa de pasar. El apodo cariñoso que le habías dado lo había dejado en un estado de euforia silenciosa. No pudo evitar dar pequeños saltitos de emoción, como si fuera un niño que acaba de recibir un regalo inesperado. Los hombres que estaban con él lo miraron divertidos, compartiendo risitas al verlo tan entusiasmado, como si no pudiera contener la felicidad que sentía en ese momento.

Mientras tanto, tú te quedaste mirando el río, sintiendo una paz interior que hacía mucho no experimentabas. Sabías que, a pesar de todo, cada pequeño paso que dabas te acercaba más a la vida que realmente deseabas.

Camino De Espinas | Kang DooshikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora