Capítulo 48.

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Después de dejar a tu madre en su nuevo nicho, Dooshik sugirió que dieran un paseo fuera del cementerio

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Después de dejar a tu madre en su nuevo nicho, Dooshik sugirió que dieran un paseo fuera del cementerio. Aceptaste la propuesta, ya que hacía mucho tiempo que no visitabas los alrededores del lugar, y, de hecho, no conocías bien el área. Mientras caminaban juntos, él tomó tu mano, entrelazando sus dedos con los tuyos. Lo miraste con un leve rubor en las mejillas, y él te sonrió antes de llevar tu mano a sus labios para dejar un tierno beso.

─ La fotografía de tu madre... ─ comentó en voz baja, con una sonrisa nostálgica ─ Ella era muy hermosa. Ya veo de dónde sacaste lo tuyo.

Soltaste una pequeña risa nerviosa ─ Ay, no digas esas cosas... Pero a ella le hubiera gustado mucho escuchar eso.

Él asintió, satisfecho con su comentario ─ Ahora que lo pienso, tú sigues igual que en esa foto familiar que vi en su nicho.

─ ¿Qué? ─ negaste divertida, sacudiendo un poco la cabeza ─ Ya he perdido mis rasgos de niña.

─ No lo creo ─ insistió él, mirándote con picardía ─ Sigues teniendo esa carita de niña hermosa. Incluso cuando tengamos 80 años, seguiré teniendo sexo contigo.

Te sonrojaste aún más ante sus palabras, y, en un intento de ocultar tu vergüenza, le diste un suave empujón. Él simplemente rió, disfrutando del momento y de tu reacción.

Le soltaste la mano y comenzaste a alejarte mientras Dooshik te observaba con una mezcla de curiosidad y preocupación.

─ ¿A dónde vas? ─ preguntó, notando que algo te inquietaba.

─ Nadie sabe si para cuando tengamos 80 años tú me dejes ─ murmuraste, sin darte cuenta de que él te escuchó.

─ ¿Por qué dices eso? ─ preguntó, alcanzándote rápidamente.

─ Tal vez termines odiándome ─ respondiste con un tono sombrío mientras seguías caminando hacia un pequeño lago cercano. Recogiste una piedra y la lanzaste con fuerza al agua.

Dooshik llegó a tu lado, claramente molesto por lo que habías dicho. Su ceja derecha comenzó a temblar ligeramente, señal de que estaba irritado.

─ El futuro es incierto ─ dijo, recogiendo también una piedra del suelo ─ Y tú no sabes nada del futuro.

Lanzó la piedra al lago con tal fuerza que te sorprendió lo lejos que llegó.

─ Idiota presumido ─ le dijiste en tono juguetón, tratando de aliviar la tensión.

Te diste la vuelta y comenzaste a caminar hacia una dirección distinta. Dooshik, con una sonrisa divertida, te siguió de cerca. Al ver una banca junto al lago, decidiste sentarte para disfrutar del paisaje. Él se acomodó a tu lado, pero cuando notó que estabas inmersa en tus pensamientos, se recostó sobre tus piernas, mirando hacia arriba con una sonrisa traviesa. Bajaste la mirada para observarlo, y no pudiste evitar sonreír de vuelta.

─ Aquí es muy tranquilo... ¿No te gusta? ─ preguntó, cerrando los ojos con una expresión relajada.

─ Sí, es muy tranquilo ─ respondiste, acariciando su pecho con tu mano suavemente.

Él sonrió ante tu toque.

─ Ya que vinimos hasta aquí... ¿Quieres hacer algo? ─ le preguntaste ─ ¿Algo que desees hacer?

Dooshik abrió los ojos y te miró con curiosidad mientras tú bajabas la mirada, sonriendo con ternura.

─ ¿Tan de repente? ─ dijo, sorprendido por tu oferta.

─ Bueno... Quiero complacerte ya que me trajiste a ver a mi mamá ─ contestaste, un poco tímida.

Este se quedó pensativo por un momento, luego te hizo un gesto para que te acercaras y murmuró a tu oído ─ Quiero... Que me digas "cariño" cuando tengamos sexo.

Te quedaste roja como un tomate. Rápidamente te levantaste de la banca, haciendo que Dooshik cayera al suelo de forma torpe.

─ ¡ERES UN PERVERTIDO! ─ gritaste, aún más sonrojada.

Él solo se echó a reír mientras se levantaba, sacudiendo la tierra de su ropa. La sonrisa juguetona no desaparecía de su rostro mientras se acercaba a ti, lleno de picardía. Tomó tu rostro entre sus manos y te miró profundamente a los ojos, pero tú, avergonzada, miraste hacia otro lado.

Con delicadeza, Dooshik levantó una pequeña flor que encontró en el suelo y la colocó en tu oreja. Te quedaste quieta, aún sonrojada, mientras él sonreía complacido.

─ Mi amada... Eres tan hermosa.

Negaste nerviosa, sin poder mirarlo a los ojos, y justo cuando ibas a responder, las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer sobre ambos.

●●●

Dooshik te llevaba a cuestas mientras ambos intentaban escapar de la lluvia que se volvía cada vez más intensa. Las gotas golpeaban con fuerza, empapándolos rápidamente. Señalaste una pequeña cabaña a lo lejos y sin dudarlo, él corrió en esa dirección. Al llegar a la puerta y descubrir que estaba cerrada con un candado, Dooshik, sin pensarlo, le dio una patada que la abrió de inmediato, permitiéndoles entrar.

Ambos entraron apresuradamente y se sentaron sobre los viejos y desgastados muebles que había en el lugar. Parecía más un almacén abandonado que una cabaña, pero les ofrecía refugio suficiente de la lluvia torrencial.

Tras unos segundos de silencio, soltaron un largo suspiro de alivio y, casi al mismo tiempo, estallaron en carcajadas.

─ No pensé que fuera a llover así ─ dijo entre risas, mirando por la ventana cómo el agua caía sin parar.

─ Al menos estamos a salvo ahora ─ le respondiste, sonriendo mientras intentabas secarte un poco el rostro.

De repente, Dooshik se levantó y se paró frente a ti, poniéndose entre tus piernas mientras tú seguías sentada. Se quitó el saco empapado que llevaba puesto y, con un gesto suave, lo colocó sobre tus hombros para cubrirte.

─ Cúbrete bien, no quiero que te enfermes ─ susurró, mirándote con ternura.

─ Pero... Tú también deberías cubrirte, o vas a terminar enfermándote ─ protestaste, preocupada por él.

Dooshik soltó una sonrisa traviesa mientras lo jalabas con tus piernas, enredándolas alrededor de su cintura. Su risa se desvaneció de inmediato, y sus ojos, ahora serios, se encontraron con los tuyos mientras lentamente acercaba su rostro. Sus manos cálidas se posaron en tus mejillas, y sentiste su respiración cerca de tu oído.

─ ¿Cómo puedes ser tan hermosa, incluso con el cabello alborotado? ─ murmuró con su voz grave, causando que tu corazón latiera con fuerza.

El rubor subió rápidamente a tus mejillas, sintiendo el calor de su aliento y su cercanía. Dooshik te besó suavemente la mejilla antes de apartarse solo lo suficiente para mirarte de nuevo. Sus ojos, llenos de ternura, buscaron los tuyos, y sin pensarlo, lo besaste, escondiendo tu rostro en su pecho al terminar.

─ Tú... También eres muy hermoso ─ susurraste con timidez, escondida en su abrazo.

Dooshik no tardó en rodear tu cintura con sus brazos, atrayéndote aún más hacia él. Sus labios encontraron los tuyos en un beso profundo, lleno de pasión, amor y un deseo que parecía arder entre ambos. La intensidad del momento los envolvía por completo, y por un instante, la lluvia afuera y el mundo parecían desaparecer para ambos, haciéndolos los únicos en ese momento lleno de amor y deseo.

Camino De Espinas | Kang DooshikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora