Capítulo 52.

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Estaba lloviendo ese día, las gotas caían en tu rostro mientras sentías como alguien te llevaba en brazos, corriendo rápidamente

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Estaba lloviendo ese día, las gotas caían en tu rostro mientras sentías como alguien te llevaba en brazos, corriendo rápidamente. Aunque el frío era intenso, el calor de su cuerpo te transmitía una extraña sensación de consuelo. Lentamente abriste los ojos y lo primero que viste fue su mentón. Sin pensarlo, acomodaste tu rostro en su pecho, sintiéndote segura y a salvo en sus brazos.

— ¡Mierda, está lloviendo muy fuerte! — exclamó, molesto.

Él era un extraño, alguien que no conocías.

Con cuidado, abrió la puerta del auto y te colocó dentro, asegurándose de que no te lastimaras más de lo que ya estabas. Tu vista recorrió el interior y notaste a Jooha a tu lado, desmayado, probablemente por todo la droga que les habían inyectado.

— No se vayan de aquí, ahora vuelvo — te dijo, aunque esa idea te llenó de desesperación.

¿Quién era él?

El miedo te invadió al ver que estaba a punto de irse. Sin pensarlo dos veces, lo agarraste del brazo y lo abrazaste con fuerza, rodeando su cintura como si tu vida dependiera de él.

— ¡No te... No te vayas, por favor! — le pediste entre sollozos, las lágrimas se mezclaban con las gotas de lluvia que aún caían — ¡Abrázame! ¡No me dejes!

Él se agachó frente a ti, tomando tus hombros para separarte suavemente. Lo miraste con desesperación, pero su rostro se veía borroso debido al cansancio y a los efectos de todas las drogas que estaban corriendo por tu cuerpo.

¿Él te salvo?

— ¿Cómo te llamas? — preguntó con suavidad, pero no fuiste capaz de responder. No recordabas ni siquiera tu propio nombre — Estás muy drogada como para responder esa simple pregunta ─ suspiró ─ Esperen aquí, ¿si?

Asentiste débilmente, apenas consciente de lo que estaba ocurriendo a tu alrededor. Mientras él comenzaba a alejarse, tus ojos intentaron enfocarse una vez más, y en ese momento, lograste ver su rostro.

Un destello de reconocimiento cruzó tu mente, como si ese rostro te resultara familiar, pero las manos frías de Daehwi agarraron tu rostro, sacando el tu recuerdo de tu cabeza y obligándote a presenciar la brutal batalla que se desarrollaba frente a ti.

— Qué buen espectáculo — murmuró con crueldad mientras soltaba tu rostro.

Con una sonrisa retorcida, sacó un arma de fuego de sus pantalones y la cargó lentamente.

— Sin embargo, este será un final diferente — dijo, apuntando directamente hacia Dooshik.

El sonido del disparo resonó en tus oídos y una sensación de frío recorrió tu cuerpo al ver cómo la sangre salpicaba tu cara. Dooshik se tambaleó y se desplomó en el suelo. El pánico te invadió al ver que había sido herido, y un grito ahogado se escapó de tus labios.

─ Acaben con él ─ ordenó Daehwi.

Los hombres lo obedecieron, acercándose para atacarlo mientras yacía en el suelo. El miedo y la impotencia te paralizaron por un instante, pero luego algo dentro de ti despertó. Tus manos temblorosas buscaron algo para defenderte, y en un acto de desesperación, agarraste una mesa pequeña y la golpeaste contra Daehwi, haciéndolo que caerá al suelo.

El arma que él sostenía cayó al suelo y, con el corazón acelerado, te lanzaste por ella. Sin pensar demasiado, lo apuntaste y le disparaste dos veces en el abdomen, deseando con todas tus fuerzas poder matarlo.

─ ¿Qué... Mierda? ─ preguntó, para luego escupir sangre.

─ ¿¡Hyung!? ─ gritó uno de los hombres.

Rápidamente le disparaste en la cabeza y el eco del disparo llenó la habitación. El arma tembló en tus manos, apenas y podías sostenerla. Sentiste como tu pecho subía y bajaba con dificultad, respirando entrecortadamente, como si te faltara el aire. Los ojos de los demás hombres en la sala se giraron hacia ti, pero el silencio que había seguido a los disparos les impidió moverse de inmediato.

─ ¡Vengan hijos de puta! ─ les gritaste con rabia ─ ¡Acérquense y les tronare el culo!

Seguiste apuntandolos con el arma, sintiendo cómo te temblaban las manos. Sabías que con solo esa pistola no sería suficiente para defenderte de todos, y el miedo te paralizaba. Uno de los hombres soltó una risita y se acercó a ti, pero justo antes de que pudiera hacer algo, el sonido de un disparo resonó en la habitación, aquella bala impacto en su sien derecha, dejándolo caer al suelo, muerto.

Alzaste la vista, sorprendida, y en la entrada apareció un hombre de traje negro, con un vape en los labios, el arma en su mano y con ojeras marcadas en sus ojos. Exhaló el humo lentamente, observando la escena con calma.

— Hay que solucionar el problema — dijo con serenidad, haciendo una señal con la mano.

De inmediato, un grupo de hombres apareció detrás de él, entrando al lugar y atacando a los demás que apenas tuvieron tiempo de reaccionar. Aprovechando el caos, corriste hacia Dooshik, cayendo de rodillas a su lado. Agarraste su rostro entre tus manos, tus lágrimas empezaron a caer al ver que sus ojos estaban cerrados.

— Por favor, resiste — suplicaste, llorando con temor de perderlo.

Dooshik, al escuchar tu voz, abrió lentamente los ojos. Al verte, su mirada se posó en tu cuerpo expuesto. Con esfuerzo, comenzó a quitarse su chaqueta y te la colocó sobre los hombros para cubrir tu piel desnuda. Apenas logró hacer eso y su cuerpo se desplomó en el suelo de nuevo, apoyando su rostro sobre tus muslos y sus brazos rodeando tu cintura con una fuerza temblorosa.

Al verlo así, tu corazón se rompió. Comenzaste a llorar con desesperación, abrazando su cuerpo, rogando que aguantara un poco más.

Fin de la temporada dos

Camino De Espinas | Kang DooshikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora