Capítulo 1.

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A medio amor, medio arrepentimiento

Desde que saliste del apartamento, el cielo estaba despejado, el sol brillaba bastante fuerte y el aire tenía ese calor reconfortante que podía llegar a desesperar

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Desde que saliste del apartamento, el cielo estaba despejado, el sol brillaba bastante fuerte y el aire tenía ese calor reconfortante que podía llegar a desesperar. Pero después de llegar al restaurante, todo cambió. Las nubes empezaron a agruparse rápidamente y el viento se intensificó, trayendo consigo un aire fresco y anunciando un cambio en el clima. Las primeras gotas de lluvia cayeron y las personas buscaron refugio adentro del restaurante en el que trabajabas.

Adentro, el ambiente era bastante cálido gracias a las planchas que estaban encendidas, lo que hacía que las personas se sintieran mejor con el cambio de temperatura.

─ Niña, otra cerveza por aquí.

Dejaste de lavar los platos, secaste tus manos con el delantal que llevabas puesto y rápidamente te dirigiste a la nevera para sacar una de las mejores cervezas que tenían. La destapaste y te dirigiste a la mesa donde el hombre estaba chasqueando sus dedos, pero al verte, sonrió con morbosidad.

─ Su bebida ─ dejaste la lata en la mesa.

─ Muchas gracias, preciosa.

Sonreíste a medias. Los hombres mayores te daban asco; siempre parecían personas amables que aparentaban ser buenas personas, pero realmente eran unos viejos asquerosos que solo querían acostarse con alguien. Tener sexo era vital para esos vejestorios, ya que la muerte los estaba esperando a la vuelta de la esquina, no porque estuvieran involucrados en malas cosas, sino por la edad avanzada que tenían.

Miraste a la puerta principal y viste que se acercaban algunas personas. Rápidamente te adelantaste y les abriste la puerta para que entraran.

Hombres y más hombres.

Estos agradecieron tu gesto y se fueron a una mesa. Ibas a cerrar, pero un tipo logró entrar justo antes y miró a todos lados buscando un lugar vacío. Venía con la ropa algo mojada, seguramente no lo dejaron entrar en ningún lado para que pasara la lluvia. Pobre.

─ ¿Vienes solo? ─ preguntaste.

─ Sí, mesa para uno.

─ La espera es de diez a quince minutos.

Este hizo una mala cara y asintió. Le indicaste que podía esperar cerca de la puerta ya que no había otro lugar donde dejarlo, asintió. Te quedaste a su lado mirando a los clientes sentados y viste cómo un trío de hombres se levantaba dejando la mesa sola. El chico pasó a tu lado y se fue a sentar.

─ Jooha, cobra la mesa tres.

─ En seguida.

Te dirigiste a la mesa donde se sentó el chico y comenzaste a juntar los platos. Sacaste un menú de tu delantal y lo pusiste delante para que pudiera ver las opciones que tenían. Mientras él revisaba, pasaste un trapo para quitar la basura que los hombres habían dejado.

Camino De Espinas | Kang DooshikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora