Capítulo 24.

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Cuando despierto, tengo miedo

Al día siguiente, te despertó el sonido de un traste caer al suelo

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Al día siguiente, te despertó el sonido de un traste caer al suelo. Te sentaste en la cama con dificultad, ya que tu cabeza te dolía un poco. A pesar de eso, bajaste al primer nivel. La gran ventana estaba abierta, permitiendo que el aire fresco circulara. Te dirigiste a la pequeña cocina y viste a Dooshik cocinando.

Te acercaste y, justo cuando Dooshik se volteó para abrir la refrigeradora, te vio. Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras se acercaba a ti y e dio un beso en los labios y dijo.

— Buenos días, mi amada.

— Buenos días — respondiste, devolviéndole la sonrisa a pesar del dolor de cabeza.

— ¿Cómo te sientes? — preguntó, acariciándote suavemente la mejilla.

— Un poco mejor, aunque todavía me duele la cabeza.

— Ven, siéntate. Estoy haciendo algo de desayuno — dijo, guiándote a una silla cerca de la mesa.

Observaste cómo Dooshik volvía a la estufa, con movimientos rápidos y precisos. El aroma de la comida llenaba el aire, y empezaste a sentirte un poco más animada.

— Gracias por todo lo de anoche — dijiste, con gratitud en tu voz.

Dooshik se giró y te miró con ternura.

— ¿Cuál gracias? ─ te miró ─ Todavía te tengo que coger, ayer me quedé con muchas ganas de metertela.

─ ¡Oye! ─ te pusiste roja ─ ¡No me digas esas cosas!

Poco después, Dooshik te sirvió el desayuno, seguido de una sopa calentita para la resaca. Ambos empezaron a comer, hablando de que ya no ibas a tomar si no estaba él presente. Estabas a punto de responderle algo cuando te interrumpió.

— Deberíamos salir a dar una vuelta — dijo, mirándote con una sonrisa.

Te detuviste un momento, considerando su propuesta. La idea de salir y despejarte parecía tentadora, especialmente después de todo lo que había sucedido.

— Me parece una buena idea — respondiste finalmente, devolviéndole la sonrisa.

— Perfecto. Termina tu desayuno y nos vamos — Dooshik parecía emocionado por la idea.

Terminaron de comer, disfrutando de la compañía y la comida. Una vez que ambos estuvieron listos, te levantaste y te dirigiste a cambiarte. Eligiste el vestido de flores que Dooshik te había comprado, y te miraste en el espejo, sintiéndote un poco más ligera y esperanzada.

Cuando bajaste, Dooshik ya estaba listo, esperándote en la entrada. Al verte, sus ojos se iluminaron y te dio un beso en la mejilla.

— Te ves hermosa — dijo, y tomándote de la mano, te llevó hacia la puerta.

Camino De Espinas | Kang DooshikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora