I want to drive away with you
Quiero irme contigo
I want your complications too
Yo también quiero tus complicaciones
I want your dreary Mondays
Quiero tus lunes tristes
Wrap your arms around me, baby boy
Envuélveme con tus brazos, nene—Paper Rings, Taylor Swift
⌘
Tai regresó a la conciencia cuando sintió que el colchón en el que estaba dormida se movió con el peso de otro cuerpo. Entre abrió los ojos para percatarse de que aún no salía el sol, por la falta de sus rayos colándose por la ventana de la habitación. Su cerebro tardó un rato en funcionar con normalidad, mientras que el cuerpo junto a la cama se volvía a mover, esta vez para levantarse.
Solo hasta que Tai escuchó que el sonido de una puerta cerrarse irrumpió el silencio, levantó la cabeza para mirar en dirección del baño de su habitación, donde podía ver la luz encendida por el espacio entre la puerta y el suelo. Cuando el sonido de la ducha se escuchó, Tai suspiró, volviéndose a acostar.
Tenía un par de días batallando para despertar y levantarse de la cama, cuando antes no tenía ningún problema para hacerlo.
Revisando su teléfono, la pantalla le indicó que eran las cuatro dieciséis de la mañana. Recordaba vagamente que Alek le había dicho que tenía que estar a las cinco en el aeropuerto. Aunque también pudo haber dicho a las seis. Tai no le puso mucha atención. Solo recordaba la pelea que habían tenido desde hace días cuando Alek le dijo que pasaría una semana y media en Moscú para firmar un contrato con un cliente importante.
La pelea escaló tanto que, desde entonces, Tai no le dirigía la palabra a Alek.
Acomodándose de nuevo en la cama, Tai se giró hacia el otro lado, observando la almohada de Alek. Habían pasado cuatro días desde la última vez que había tenido una conversación decente con su esposo; mucho menos se había acercado a él a menos de un metro. Y eso era solo para dormir.
Con lágrimas forjándose en los ojos, Tai arrugó la nariz. Y en arrebato infantil, cambió su almohada por la de Alek. Recargó la cabeza y respiró profundo, embriagándose en el aroma natural del rubio.
Cerró los ojos solo para no llorar, y no supo en qué momento se quedó dormida de nuevo, porque lo siguiente que sintió, fue una mano sobre su cabeza, seguido de un efímero beso en la sien.
—Ya me voy, malishka —Alek estaba sentado en la orilla de la cama, a espaldas de Tai.
A pesar de que Tai sabía que Alek sabía que estaba despierta, no hizo esfuerzo por moverse o responder, apretando los puños debajo de la almohada.
Tai escuchó a Alek suspirar cansado.
—Puedo retrasar el vuelo —Alek comentó en un susurro—. Puedo ayudarte a empacar y podemos irnos los dos a Moscú. ¿Qué dices?
Tai se mordió los labios, apretando los ojos para no soltarse a llorar. Se hizo bolita para alejarse del toque de Alek, y esa fue respuesta suficiente para el rubio.
—Bien, me iré. Pasaré mi cumpleaños solo entonces.
Alek se levantó de la cama, tomó varias cosas de la habitación antes de abrir la puerta para salir.
—Te avisaré cuando aterrice.
Y cerró la puerta.
⌘
—Es en serio, Mia —Tai abrió el refrigerador, inclinándose hasta la parte inferior para ver si podía encontrar algo de chocolate—, es la cosa más absurda del mundo. Pero por alguna razón... no sé. Sentí la necesidad de hacerle saber que yo también soy importante.
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Ruleta Rusa [Libro #2]
RomansaBilogía «Russkaya ruletka». Libro #2. Alek Ivanov se fue a Tokio esperando regresar para saber qué decisión había tomado Tailime Nazarova respecto a su relación. Pero ella nunca volvió de Moscú, dejando el corazón de Alek destrozado. «Dos por uno» s...