—«Vlasov.»
Niki alzó la cabeza en cuanto escuchó su apellido, inmerso en una programación de API; la cual le había llevado más de dos semanas descifrar y que estaba a punto de completar, venciendo su propia fecha límite de entrega.
Al final de la oficina, Gleb, el coordinador de su departamento, lo observaba por encima de sus anteojos, con una carpeta abierta en las manos.
—«Necesito el reporte que te pedí por la mañana» —Gleb cerró la carpeta de manera dramática para llamar la atención de las personas en los escritorios aledaños—. «No hace falta que te recuerde que lo necesito para la reunión que tendremos con el nuevo CFO y miembros del consejo.»
—«En seguida lo tiene en su escritorio, señor.»
Niki solo vio al Gleb resoplar, volviendo a abrir la carpeta y cerrando la puerta de su oficina. Dejándose caer en la silla de su cubículo, Niki rememoró que estaba a punto de terminar el reporte que Gleb había solicitado de urgencia a primera hora de la mañana.
Técnicamente, Gleb debería haber hecho ese reporte desde que se anunció la llegada del nuevo CFO a BioIntellekt, dos semanas antes. Pero como Niki entendía mejor los términos y los interpretaba mejor que cualquiera de su equipo, Gleb había decidido que sería su responsabilidad hacerlo.
Aunque también, Niki sabía que Gleb lo odiaba y le gustaba atiborrarlo de trabajo para hacerlo quedar mal en alguna de sus asignaciones.
—«Amo mi trabajo. Amo mi trabajo. Amo mi trabajo» —Niki se repitió en voz baja lo mismo una y otra vez mientras volvía a abrir la carpeta del reporte, terminando de vaciar la información que había generado en el programa de la empresa.
Cuando Niki había aceptado trabajar en el departamento de interfaces de BioIntellekt, jamás se imaginó que terminaría en un pequeño cubículo, con un dolor punzante de cabeza y un jefe que le encantaba patearle el trasero cada que podía.
No había sido siempre tan malo. Cuando Tailime Nazarova lo había recomendado para el puesto, había una persona diferente como coordinador del área. Yaroslav no era un genio de la computación, pero al menos era una persona decente que sabía administrar a la gente.
Y Niki había adorado cada segundo que pasaba en la oficina desde que había puesto un pie en BioIntellekt.
Pero cuando entró un nuevo supervisor a la empresa, Yaroslav terminó en otro departamento, y en su lugar había quedado Gleb. Tampoco era un genio de la computación, pero su saña con Niki era absurda, hasta que se enteró por uno de sus compañeros que Gleb se había enterado que Niki había entrado a la empresa por recomendaciones. Niki no entendía porque eso generaría tanto odio hacia su persona, si el mismo Gleb era sobrino del supervisor.
—«¡Vlasov!»
Niki volvió a levantar la cabeza por encima de la división de su escritorio. Gleb estaba en la puerta de su oficina, igual de aburrido que siempre.
—«La programación en la que estabas trabajando, debimos de haber entregado hace quince minutos.»
Y Niki la hubiera entregado si Gleb no le estuviera pidiendo que hiciera su trabajo por él. Pero no iba a decir eso.
—«La entregaré en cuanto termine el reporte.»
—«La necesitamos ya» —Gleb levantó el brazo para mirar el reloj en su muñeca—. «Tienes tres pantallas. Trabaja en los dos al mismo tiempo. Y no quiero errores.»
Gleb cerró la puerta de su oficina, haciendo que todos aquellos que habían sido testigos del intercambio pasaran sus ojos de la puerta hasta el lugar de Niki, quien se encorvó para intentar pasar desapercibido.
ESTÁS LEYENDO
Ruleta Rusa [Libro #2]
Roman d'amourBilogía «Russkaya ruletka». Libro #2. Alek Ivanov se fue a Tokio esperando regresar para saber qué decisión había tomado Tailime Nazarova respecto a su relación. Pero ella nunca volvió de Moscú, dejando el corazón de Alek destrozado. «Dos por uno» s...