Discusión (Primera Parte)

26 2 0
                                    

Genial, he manchado la camiseta del alcalde.

Sportacus se quitó la camisa. A pesar de que el hombre le había afirmado que se trataba de una prenda vieja, al héroe le supo mal ensuciarla.

Stephanie entró en el salón con el vaso de agua y el sobre con el dinero que le había dado su tío. La joven al verlo sin camiseta y con el abdomen marcado sintió como sus hormonas golpeaban abajo en su zona íntima.

- Sportacus - ella trago saliva -, te dejo sobre la mesa el agua y la recompensa por tu trabajo.

- Está bien, gracias.

La chica se retiró a la cocina pensando en Sportacus con su abdomen marcado.

Qué Dios me perdone por tener pensamientos impuros por un hombre tan mayor.

Stephanie se hubiera entregado a sus brazos esperando a qué Sportacus le hiciera el amor en el suelo del salón. Ella deseaba que él la hiciera suya.

A pesar del frenesí sexual de sus pensamientos, la respuesta del héroe la hizo dudar.

Me resulta extraño que Sportacus haya sido tan seco al responderme, ni tampoco me ha mirado ni me ha guiñado un ojo o... Tal vez, ¿se me ha visto tan desesperada al verle sin camiseta?

Stephanie suspiró y continuó con sus cosas. El héroe entró en la cocina para dejar el vaso de agua. Por su parte, la joven lo cogió para lavarlo.

- ¿Has terminado, Sportacus?

- Todavía no.

- ¿Y te queda mucho por acabar de pintar?

- Solo un trozo.

Sportacus se puso detrás suya, mientras que ella fregaba el vaso.
Él empezó a tocar su suave cabello.

- Tienes un pelo muy bonito, Stephanie.

- Gracias.

Aquella respuesta era tan dulce como el caramelo y Sportacus quería saborearlo. Debía dejar de pensar en Dee, puesto que solo amaba a su chica. Con sus manos recorrió el cuerpo de Stephanie tocando su bonito trasero.

El joven se acercó a ella sugiriendo de ir a su habitación a pasar un rato agradable.

- No puedo - respondió -. Mi tío tiene que estar al caer y no me gustaría que me viera contigo a solas en mi dormitorio.

Aquella respuesta le molestó haciendo que regresara otra vez al salón. En cambio, Stephanie no supo que hacer. Quería a su héroe, pero estaba en casa de su tío y no era una gran idea mantener relaciones.

Mientras tanto, Sportacus cogió el rodillo y continuó pintando la pared. Le quedaba muy poco para finalizar el trabajo y regresar a su casa.

- Sportacus, ¿podemos hablar?

Stephanie apoyó su cabeza en el marco de la puerta mirándole como pintaba con gracia el trozo de la pared.

- ¿Y de qué quieres hablar?

- Me gustas mucho, pero estamos en casa de mi tío y vete a saber cuando regresará. Mi tío puede aparecer de improvisto.

- ¿Y por qué no vienes a mi nave y lo hacemos ahí?

- Porque no es una buena idea.

- ¿Por qué no lo es?

Sportacus evitaba hacer contacto visual con ella.

- Piensa un poco - Stephanie se rascaba la nuca -, ¿y si nos ve alguien? Porque si nos ven a mi tío...

- ¡JODER STEPHANIE TIENES 18 AÑOS!

- ¡Y TÚ CASI CUARENTA!

Sportacus tiro el rodillo al suelo salpicando el suelo con algunas gotas diminutas de pintura blanca.

El héroe respiró hondo, necesitaba salir de aquella casa.

Sportphanie IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora