Intento de fuga (Primera Parte)

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La cueva de Rotten estaba en completo silencio. El héroe estaba durmiendo, Merodee todavía no había regresado de sus compras y el villano estaba pensando en cómo escapar de aquella jaula de pájaro.

¡Estamos bien jodidos si este imbécil no se despierta! - gruñía internamente Robbie - Veo la mesa, pero no veo la llave. ¡Seguro que la zorra de Merodee la tiene en su escote!

- ¡SPORTACUS! - le gritó - ¡SPORTACUS, DESPIERTA!

- ¿Qué quieres, Robbie?

- ¡¿CÓMO QUÉ QUIERO?! ¡ESTAMOS ATRAPADOS EN ESTAS MALDITAS GAVIAS! ¡¿LO RECUERDAS O TE HAS OLVIDADO?!

- ¡JODER! ¡¿TE QUIERES CALMARTE UN POCO?!

Sportacus empezaba a perder la paciencia.

- ¡Escúchame! - dijo Robbie - Desde aquí arriba no veo la llave que nos pueda liberar de estas jaulas. Pienso que Merodee la puede llevar encima o tu hermano.

- Kökō es demasiado estúpido como para llevar algo encima, doy gracias que lleve puesto el cinturón para que no se le caiga los pantalones.

- ¡Pues lo tendrá Merodee en su escote!

- ¿Y eso cómo lo sabes?

- Las chicas siempre llevan las cosas de valor en sus pechos. ¡Y no me preguntes más del tema! Dime, ¿qué hacemos?

- Por lo que he observado en el comportamiento de Merodee, necesita valoración masculina. Ergo, insinuare que quiero acostarme con ella.

Robbie suspiró y acepto la estrategia que iba a tomar Sportacus para poder salir de la jaula.

Mientras, Stephanie se quedaba extrañada al seguir al héroe hasta su nave.

- Sportacus - le dijo ella -, ¿a dónde me llevas?

- A la nave.

- ¿Pero no flota?

Kökō se dio la vuelta y empezó contarle que la nave estaba teniendo problemas en el aparato de control y que debía resolverlas. Seguramente sería el motor, para su seguridad había dejado la nave en el bosque a unos veinte minutos del lago.

La chica le siguió la corriente y llegaron al lugar. Kökō abrió la puerta y con gesto caballeroso hizo que Stephanie fuera la primera en entrar a su hogar.

De buenas a primeras, todo parecía normal. Para no quedarse quieta empezó a moverse muy despacio esperando a qué el héroe le dijera algo. A su alrededor observó que no había nada sospechoso, excepto una botella de cerveza que estaba escondida debajo de la mesa.

Sportacus nunca bebería alcohol.

- Voy un momento al servicio, cariño, ponte cómoda.

Le dijo Kökō quien cerró la puerta con pestillo. Stephanie aprovecho y cogió aquella botella de cerveza.

Sportacus nunca tomaría alcohol, ¿por qué hay una botella? - la dejó en el mismo lugar y empezó a husmear sin hacer ruido - Debe haber algo entre sus libros o... - miro en su mesita de noche - ¡La mesita de noche puede que tenga algo!

Fue de inmediato al lado de su cama, abrió la mesita y vio un montón de pañuelos con lo que podía ser sangre.

¡Sangre! - cerró el cajón de inmediato cuando escucho el sonido de la cadena - Tranquilízate Stephanie, todo va a salir bien.

Kökō estaba encerrado en el baño, lavándose las manos y mirándose en el espejo.

Es increíble que me estén confundiendo con el subnormal de Sporty. Tampoco, comprendo cómo una cría como esa vaya detrás de él y él no aprovecha la oportunidad. Con ese cuerpo que tiene, seguro que sabe mamarla bien.

Se rio el chico y abrió la puerta del lavabo. Para su sorpresa, Stephanie estaba sentada en la cama sonriendo como de costumbre y para disimular sus nervios.

- ¿Estás cómoda?

Kökō sonrió, ya que estaba teniendo muchas ganas de hacerla llorar mediante el sexo.

- Sí - respondió Stephanie después de sacar sus conclusiones sobre «Sportacus» -, ¿quieres hacer algo?

El joven se puso delante de ella con una sonrisa pervertida. Deshizo la coleta que llevaba puesta para acariciar su pelo.

- ¿Quieres jugar a papás y mamás? - Kökō estaba excitado - Podemos hacer las escenas eliminadas. Esas escenas que solo lo ven los adultos.

Stephanie sonrió por los nervios y Kökō aprovecho su debilidad para coger una de sus manos y ponerla en su entrepierna. Con la otra mano, la puso en la cremallera del pantalón.

- Bájala - le ordenó Kökō -, hazlo.

Stephanie tenía el pulso acelerado. Estaba empezando a tener náuseas por el simple hecho de que Sportacus jamás se comportaría de esa forma tan directa con ella. Él sería muy caballeroso.

- No puedo - Stephanie se puso en pie y se alejó de él -, no, no, no puedo.

- ¿Por qué? - alzó una ceja e inclinó la cabeza a un lado - ¿Por qué?

- Sportacus, no estoy preparada para perderla y tú eres demasiado directo con esto...

- ¡VAMOS NO ME JODAS MALDITA PUTA!

Kökō estaba empezando a cabrearse.

Sportphanie IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora