Verano (Segunda Parte)

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Sportacus se estaba duchando. A su mente le llegó el día que apareció Kökō, entre las sombras del parque. Mientras paseaba sin rumbo alguno porque la mente le torturaba por haber tenido relaciones con Merodee y amar a Stephanie.

Sportacus.

Una voz lo llamaba, pero él no veía a nadie a su alrededor.

Sportacus.

- ¿Hay alguien ahí?

Movió la cabeza para dejar de escuchar esa voz que le estaba llamando.

Tal vez, esté perdiendo la cabeza.

- Sportacus, ¿a dónde vas?

El héroe frenó de golpe, aquella voz le resultaba muy familiar. Se dio la vuelta y sobre el muro que había en el parque estaba su hermano gemelo con los brazos cruzados con una sonrisa en su rostro.

- Kökō...

La presencia de su hermano no era agradable para Sportacus.

- No te alegras de verme - dijo Kökō saltando el muro y cayendo enfrente de él -. ¿Qué te ocurre Sportacus? ¿No quieres ver a tu hermano mayor?

- Creía que los demonios no salían del infierno. ¿Qué haces aquí?

- Verte - Kökō miró a su lado izquierdo - y ella también.

Sportacus vio que entre las sombras del parque apareció Merodee sonriendo como si no pasara nada.

Para su mala suerte, Sportacus lo único que recuerda después fue estar metido en aquella jaula al igual que Robbie, pero este estaba metido dentro de una gavia colgada del techo.

En las siguientes horas, Kökō torturó a su hermano para que le contase quiénes eran esos chicos con los que se relacionaba y quién era la chica del cabello rosa. Recordar todo aquello; el beso de despedida de su hermano antes de suicidarse y el ahogamiento de Stephanie hizo que golpeara la pared del baño con fuerza rebotando casi toda la nave.

- Sportacus - era Stephanie -, ¿estás bien?

- Sí - respondió él -, estoy bien.

Salió de la ducha con la toalla cubriendo su zona íntima. En cambio, Stephanie estaba sentada en la cama recordando como la trató Kökō. No obstante, al ver a Sportacus con la toalla su útero empezó a gritar.

- Sporty - dijo Stephanie un poco acalorada -, ¿no tienes pantalones?

- ¿Por qué? - él abrió los ojos y recordó que iba con la toalla - Perdóname, Stephanie.

- No importa. —Sonrió la chica.

Stephanie se tumbo en su cama y Sportacus hizo lo mismo. Aunque fuera con toalla a su musa no le importaba en absoluto.

- Stephanie - el héroe necesitaba resolver su duda -, ¿Kökō...?

- Quiso que le bajase la bragueta, me abrió la chaqueta y rompió la parte de arriba de mi vestido, saboreo y mordió mis pechos. Afortunadamente, no hizo nada más.

- No Stephanie, afortunadamente no. Nunca supo tratar bien a las mujeres. Él podría haberte hecho mucho daño.

- Olvídalo, Sportacus.

Él se puso en pie y Stephanie fue detrás. Lo cogió de las manos para que él la viera.

- Olvidemos todo lo que ha pasado. Va a ser algo complicado, pero lo superaremos.

Sportacus fingió una sonrisa, a pesar de solo recordarlo se daba asco y odiaba cada vez más a su hermano.

- Por cierto - Stephanie no le soltaba sus manos -, ¿aunque tuviste aquel desliz con Merodee siempre te guste?

Sportacus la abrazó con fuerza sintiendo el calor corporal que hacía tiempo que anhelaba.

- Eres y serás mi reina.

- Kökō entró en mi habitación una noche - Sportacus empezó a besarla en sus mejillas -, y pensaba que eras tú porque, claro, ¿quién me iba a decir que no eras tú? Y me contó lo de Merodee. Él me besó y, luego, se puso de rodillas diciéndome que tú querías ser mi feliz esclavo y no recuerdo que más - Stephanie se aguantaba las ganas de llorar -, yo te quiero Sportacus y me da igual lo que hiciste, pero te quiero.

- Yo también te quiero, Stephanie. Quiero ser tu esclavo, tu mozo, tu maldito héroe. Comprendo que algunos me van a odiar por estar con una chica como tú, por ser demasiado joven, pero no me importa - la besó -, eres mía y yo soy tuyo.

Sportphanie IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora