¿Sport-qué?

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Roger le encestó un golpe en la mandíbula a Stingy que le dejó aturdido por unos segundos hasta que el pijo, con una patada, golpeó el vientre de su rival.

- Tantos años de judo y todavía no sabes dominar su arte.

Stingy sonrió esperando el siguiente movimiento de su contrincante.

- No me hagas reír, Yinyi.

Yinyi era el apodo que le puso Roger cuando eran pequeños al no saber pronunciar correctamente su nombre.

Con rapidez y elegancia, Roger realizó una doble patada en el aire golpeando con fuerza sus costillas causando un gran dolor en su costado izquierdo.

Los amigos de Roger empezaron a silbar y a aplaudir por el increíble espectáculo que le estaba ofreciendo su amado líder.

- ¡Bravo Roger!

- ¡Mata a ese cabrón!

- ¡Ese capullo ni siquiera se levanta!

Las risas y los aplausos sonaban cada vez más fuerte y Roger sonría con un gran orgullo y ego que no cabía más en su pecho.

- Le he dado una buena tunda a este patán de mierda - golpeó el costado izquierdo de Stingy -. ¡Vamos Yinyi que todavía no he terminado contigo!

Stingy se levantó del suelo como pudo. Intentó coger aire mientras se apoyaba de sus rodillas con las manos.

Dolph se acercó a su primo con sigilo.

- Roger, deberías parar - le aconsejó el danés -. ¡¿No ves que le puedes matar?!

- ¡¿Pero de qué coño vas tú ahora?!

- ¡ESTOY HARTO DE TI, ROGER!

El aludido empujó a su primo con furia. Ante la situación que estaba teniendo White con su primo, con sutileza y rapidez, Stingy le insertó un golpe en el ojo derecho a Roger seguido de una patada en su costado derecho.

Roger White se alejó un poco de su rival, pero Stingy utilizó la misma moneda que usó en el primer asalto, una patada doble en el aire.

- ¡ROGER! —Gritó Dolph al ver a su primo en el suelo sin reaccionar.

El pijo se alejó de su rival. Pasaron unos segundos hasta que Roger abrió los ojos.

El chico se incorporó y volvió de nuevo a ponerse en pie.

- Estás muerto, Yinyi.

- Inténtalo.

- Aquí nadie va a intentar nada.

Los espectadores se asombraron al escuchar a aquella voz al igual que los rivales.

- ¡QUIÉN OSTIAS A HABLADO!

Roger gritó de rabia esperando una respuesta. Sin embargo, la niebla se hacía cada vez más espesa y apenas se podían verse entre ellos.

- ¿Quién ha hablado? - preguntó Dolph deseando que alguien dijera algo - ¿En serio?

- He sido yo.

Todos miraron en dirección al lago, unos pasos provocaban que la tabla de madera hiciera sonidos de espanto.

- ¿Y tú quién cojones eres?

Roger intentaba averiguar quién era aquel individuo, mientras que Stingy abrió los ojos como platos cuando vio una silueta que le resultaba muy familiar.

- Mi nombre es Sportacus.

- ¿Sport-qué?

- Sportacus. —Repitió Stingy.

El héroe, con una sonrisa en el rostro y con aire de chulería, se acercó a los chicos mirando por unos instantes al pijo clavando su mirada con esos ojos azules característicos del joven.

- Soy Sportacus y soy amigo de Stingy.

- Disculpe amigo - intervino Dolph -, pero en esta pelea es uno contra uno.

- No te preocupes, la pelea ha finalizado.

- ¿Finalizado? - Roger estaba sorprendido con el comentario que había soltado el héroe - ¡Y una mierda! ¿Qué eres madero o qué?

- Deberías tener un poco más de respeto y educación, chico. La pelea ha terminado - repitió Sportacus sin dejar de sonreír -. Vámonos Stingy.

La actitud del héroe le llamó la atención al pijo. Le resultaba chocante que se comportara de una manera similar o casi parecida a la de White.

Roger iba a golpear a Sportacus, pero este lo esquivo y con una velocidad que nadie pudo captar le golpeó en la mandíbula rozando su nariz. Roger cayó al suelo tosiendo sangre.

- ¡Sportacus! - exclamó Stingy - ¡Él es un menor!

- ¿Acaso no sois hombres o esa palabra todavía os viene grande?

Stingy no respondió y el silencio se apoderó del lugar. Solo se escuchaban de fondo las hojas moverse por el viento.

- ¡Venga! ¿Quién quiere ser el siguiente? - Stingy lo cogió del brazo - ¿Nos vamos, ya?

El pijo cogió su chaqueta y observó por unos segundos a Roger que intentaba incorporarse mientras que su primo y los chicos lo miraron sentenciando su muerte.

Sportphanie IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora