De camino a la nave

25 2 0
                                    

- Stephanie, acabo de llegar a casa.

Milford apareció por la puerta cargado con seis bolsas. El hombre fue a la cocina a dejarlas encima de la mesa para ver cómo había quedado el resultado del salón.

Allí, Sportacus y su sobrina habían recogido los materiales, las lonas y los trozos de cartón. Milford entró en el lugar y se asombró por el trabajo que había realizado el joven. Las paredes estaban bien pintadas, las esquinas, los bordes y los enchufes. 

- ¡Es increíble, Sportacus! ¡Has echo un magnífico trabajo!

- Gracias, alcalde.

- Ven a la cocina que te voy a preparar un batido de frutas.

- Se lo agradezco mucho alcalde - el héroe sonrió para no quedar mal -, pero me tengo que ir.

- ¡Oh, claro!

Sportacus se despidió cogiendo el sobre con el dinero mirando una última vez a Stephanie de reojo.

Qué ciudad tan aburrida, nunca la recuerdo que hubiera diversión por estas asquerosas y podridas calles. ¿Todavía estará la tienda que hay cerca del ayuntamiento? Recuerdo que una vez obligamos a Rotten a robar una bolsa de patatas fritas y al muy idiota lo pillaron. Qué tiempos aquellos.

Merodee se había ido a dar una vuelta el hecho de estar metida en casa casi todo el día, la desesperaba bastante.

Optó andar un rato para ver que encontraba por las calles. Mientras, Sportacus salió de la casa del alcalde en dirección al parque para subir a su nave nodriza.

Creo que estoy un poco espeso, me siento cansado y débil. ¿Qué me estará pasando?

La chica del pelo castaño iba en dirección al parque. A lo lejos, la joven se percató de un varón cuya vestimenta era bastante distinguida de los demás. Merodee se percató que era Sportacus. Aquello la alegró porque el chico le resultaba bastante atractivo y decidió seguirle para saber a donde iba.

Qué adorable eres héroe ni me quiero imaginar si fueras el villano todavía serías mucho más atractivo.

Una vez que llegaron al parque los dos, Sportacus iba a gritar ¡Escalera! pero Dee apareció ante sus ojos y mil sensaciones golpearon su mente.

- ¿Qué haces, Sportacus?

- Iba a mi casa - un calor exótico se apoderó de él -, ¿y tú?

- Me aburría mucho en mi casa y necesitaba salir a estirar un poco las piernas. Tanto tiempo encerrada en una jaula me hace perder los estribos.

Al terminar de hablar Merodee se empezó a reír. Su risa era tan contagiosa, tan dulce, tan única.
Sportacus sentía la necesidad de besar a Merodee hasta dejarla sin aliento.

- ¿No me vas a invitar a tu casa, Sporty?

El joven se puso nervioso ante aquella insinuación de la prima de Stingy.

¿Ir a mi nave a qué? ¿Quiere algo íntimo? ¿Quiere estar a solas conmigo? ¡¿QUIERE QUE LE HAGA EL AMOR?!

- ¿Sportacus? - él trago saliva, no sabía que responder ante la pregunta que le había dicho Dee - ¿Estás bien?

La mirada de la chica del pelo castaño era la criptonita de Sportacus. El joven dejó de lado sus sentimientos por Stephanie. Una nueva chica le había robado su corazón.

Sportphanie IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora