Mensaje (Primera Parte)

18 2 0
                                    

Espero que Sportacus responda pronto.

Stephanie le envío por correo un mensaje al héroe. Sin embargo, la chica desconocía que la nave estaba deshabitada.

Se marchó a su casa con la esperanza de que el joven le contestara a su mensaje.

En la cueva, Merodee se fue a comprar algo de comer, tenía hambre. Estaba claro que solo comerían Kökō y ella, tanto Robbie como Sportacus les tocaría ayunar.

Cuando ella se despidió, ambos enjaulados se quedaron en silencio.

- Pensaba que número 9 había muerto en un accidente de automóvil - comentaba Robbie viendo al héroe con la mirada perdida -, me lo dijeron una vez, pero siempre supe que fue mentira.

- Kökō se alejó del mundo del bienestar - añadió Sportacus -, él quería gobernar Lazytown. Afortunadamente, tuvo que fingir su muerte - suspiró Sportacus aguantándose las ganas de llorar -. No sé por qué ha vuelto a la ciudad.

- A lo mejor te quería ver - decía Robbie apretándose su costado derecho -. Tal vez, quería verte.

El día que discutió con «Sportacus» porque la pelorosa se había desmayado al verle, más tarde, el «héroe» entró junto con Dee en su cueva. En un principio, Robbie no comprendía la situación, pero la entendió en el momento que Kökō se abalanzó sobre él y le dio una buena tunda.

- No - respondió él -. Kökō jamás se alegraría de verme, siempre fue un criminal en nuestra tierra de origen que ni sé cómo pudo llegar a ser un héroe. Kökō es puro veneno, Robbie.

Sportacus estaba malherido cuando su hermano y su «novia» le tendieron una trampa mientras daba un paseo nocturno el viernes de madrugada.

La jaula tampoco ayudaba. Era pequeña y tenía los pies fuera de ella. En cambio, Rotten parecía un canario.

- Sportacus - le llamó Robbie -, ¿cómo supo él donde estabas?

- Seguro que Merodee se lo dijo, pero sigo sin comprender el por qué vino a la ciudad.

Rotten parecía la mascota de Kökō y Dee metido en aquella jaula para pájaros, pero en vez de aves, era para humanos.

- Debía haberte avisado cuando os vi por primera vez hablando en el parque - confesó Robbie -. Merodee es una chica que, de buenas a primeras, es como un rayo de sol, es capaz de iluminar hasta tu día más gris, pero luego te das cuenta que ni el diablo es tan malvado como ella. Debía habértelo dicho y así hubiera evitado este problema que tenemos ahora.

- No importa, Robbie - dijo Sportacus antes de dormirse -, no pasa nada lograremos escapar, confía en mí.

- Estás malherido y yo creo que tengo una costilla rota porque me duele mi costado derecho. Tu hermano es un bruto. Tal vez, si gritamos alguien nos pueda oír.

- Nos encontramos en una cueva, Robbie, es imposible al menos que alguien toque tu timbre. De ese modo, podríamos gritar.

Sportacus cayó en su sueño por culpa del agotamiento que llevaba encima. Durante los dos días que había sido secuestrado por su hermano, apenas pudo dormir por culpa de estar metido en una jaula y por las acciones románticas de Kökō y Merodee que despertaban a cualquiera.

Alguien tendrá que saber que Sportacus y yo estamos atrapados en estás jodidas jaulas como si fuéramos animales. Tal vez, alguien se da cuenta que el Sportacus original está aquí conmigo encerrado. Espero que Stephanie se de cuenta que el «héroe» que tiene delante no es el verdadero héroe.

Mientras tanto, en casa del alcalde, Stephanie espero durante horas con la ventana abierta a que «Sportacus» le respondiera el mensaje.

Sportphanie IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora