La feria

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El tiempo volaba y el sábado se plantó con bajas temperaturas. El grupo había quedado enfrente de la feria para ver que atracciones nuevas habían montado puestos de golosinas y comida callejera.

- ¿Vais a subir al tren de la bruja? - preguntó Ziggy viendo el puesto del vendedor de algodones de azúcar a lo lejos - He oído que han mejorado bastante la atracción y que da auténtico terror.

- No sé - respondió Pixel -, me apetecería subir a la montaña rusa. ¿Tú que dices, Stingy?

- ¿Eh? - desde que había salido de casa, yendo con sus dos amigos a la feria y esperando a las chicas, el pijo sentía que algo malo iba a suceder - Al tren de la bruja.

- ¿Te encuentras bien? —Le preguntó Ziggy mirando el puesto de los algodones de azúcar.

- Sí.

Las pulsaciones aumentaban en el cuerpo de Stingy, estaba ansioso. Pixel lo noto y puso su mano sobre su hombro. Aquel gesto tranquilizó al pijo y le sonrió a su querido informático.

- Hace bastante frío. —Comentó Ziggy escondiendo sus manos en los bolsillos de su chaqueta.

- Me veo que estás fiestas caerá hasta nieve de tanto frío que hace - Pixel llevaba guantes, pero sentía que sus manos estaban bien gélidas -. Mirad, por ahí vienen las chicas.

Trixie y Stephanie se acercaron al grupo. Los cinco entraron en el parque de atracciones para pasar al puesto del vendedor de algodones de azúcar y, más tarde, al tren de la bruja.

Los chicos se quedaron cerca del recinto donde se celebran los conciertos. Ziggy se compró su oro rosado azucarado. Mientras, Trixie se percató que su amante no se encontraba con ellos. Stingy se sentía angustiado por la ansiedad que lo atacaba cada dos segundos.

No sé qué es lo que va a suceder, pero hay algo que no tiene buen aspecto.

El pijo, de vez en cuando, miraba disimuladamente aquel camino que llevaba en dirección al lago. En el fondo, Stingy tenía una corazonada de que Roger White no volvería jamás al instituto.

- ¿Os apetece subir al tren de la bruja? —Preguntó Trixie para animar el ambiente.

El único que respondió fue Ziggy, puesto que a Pixel no le apetecía subir en esa atracción ni tampoco a Stephanie. Por su parte, Stingy comentó de ir a la zona del lago.

- ¿El lago? - el informático se sorprendió - Stingy, puede ser peligroso. Además, Dolph y Jackie nos avisaron de que no fueramos allí.

- Apuesto a que Roger está ahí al igual que sus amigos y que nadie está con vida.

- Bueno eso se encargará la policía, Stingy. Nosotros no nos debemos meter.

- ¿Meteros dónde?

Los chicos voltearon y vieron acercarse a Sportacus vestido de paisano frotándose las manos.

¡Sportacus!

Stephanie se acordó que su tío le pidió al héroe ir de incógnito durante las fiestas para evitar altercados, su recuerdo vago aparecía como flases.

No obstante, Sportacus sonreía como aquella tarde del viernes cuando vio a esos chicos alrededor de Stingy y Roger. Por su parte, el adulto miró de forma muy disimulada a Stephanie.

El chico volvió a formular la pregunta y el informático le explicó los acontecimientos de ayer y los dos chicos heridos por «algo» que lo consideraban no humano.

- Entiendo - dijo Sportacus -, si vais al lago os acompaño. Llevo una linterna de seguridad, aunque no creo que me haga falta porque no hay tanta niebla y se puede ver... Por si acaso la llevo.

Los chicos empezaron a andar en dirección al lago y el héroe los siguió. La atracción del tren de la bruja podía esperar. Ahora debían encontrar a Roger y su pandilla.

Sportphanie IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora