«Sportacus»

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Kökō miraba con desprecio a Stephanie, quería hacerla gritar como siempre se lo hacía a sus víctimas. El deseo de violar y matar a Stephanie iban en aumento y la pelorosa sintió que la violencia era lo que más le excitaba a ese «Sportacus» que tenía enfrente suya.

- ¿Qué hacemos? - Kökō se quedó de brazos cruzados esperando a que ella dijera algo - Dime, ¿qué se supone que debo hacer contigo?

Stephanie miró la salida y pensó en huir, pero el varón era mucho más rápido que ella.

- Podríamos quedar otro día, con la hora que es mi tío querrá saber dónde estoy y como ha sucedido todo esto del tema del lago querrá que esté pronto en casa.

Kökō la miraba fijamente y como escudo de defensa Stephanie sonrió.

¡¿POR QUÉ ME HABRÉ METIDO EN ESTE MALDITO BERENJENAL?! ¡TENGO A ESTE TÍO A DOS PASOS DE MÍ CON LA MIRADA FIJA Y SOLO QUIERO IRME A CASA!

Stephanie gritaba por dentro deseando que el chico hiciera algo o le dijera que se podía marchar.

- ¿Me puedo ir, Sporty?

Kökō le señaló con la mano la puerta. Stephanie le sonrió como muestra de gratitud, pero antes de llegar a la puerta de la nave Kökō la golpeó con una lámpara que había debajo de la cama.

Stephanie cayó al suelo con la mano puesta en su cabeza. La palma de su mano se tiño de un filo muy fino de rojo.

¡Mierda, este tío me quiere matar!

- ¡¿Crees que ibas a irte así sin más?! ¡¿Te vas y ya?! ¡Jodida mocosa!

Kökō se acercó a ella sonriendo con ansias de acabar con su vida.

- No eres Sportacus. —Dijo Stephanie.

Aquello le hizo estallar de risa a Kökō. Él supo que tarde o temprano le iban a pillar con su mentira.

- Soy su hermano gemelo, puta - el chico se estaba volviendo cada vez más agresivo -. Me llamó Kökō.

Stephanie se pudo poner en pie, pese a qué el dolor de cabeza iba aumentando al igual que sus mareos. Tenía enfrente a aquel hombre que parecía ser Sportacus en carne y hueso.

Kökō se acercó a ella, la cogió y la tiró sobre la cama. El joven se puso encima de ella, le abrió la chaqueta y le rompió la parte de arriba de su vestido.

Él empezó a besar los pechos de Stephanie e incluso llegó a morderlos provocando que la chica gritara por el dolor. Huelen tan bien y saben tan bien, le susurró al oído.

Stephanie quería llorar, pero si quería evitar una desgracia como la que se le venía encima tenía que pensar que hacer. Miro a su alrededor y observó un trozo de lámpara sobre la mesita de noche, tal vez ese trozo clavado en su espalda haría que Kökō se detuviera. Con sigilo la chica lo cogió, mientras que el joven iba a bajar a su cintura y subirle la falda. El pequeño trozo de lámpara rota fue directamente entre la nuca y la espalda de Kökō.

- ¡SERÁS ZORRA! —Gritó el hombre quitándose el trozo de lámpara de su nuca y espalda.

Stephanie aprovechó y le soltó una patada en su estómago, se levantó y se fue corriendo hacia la puerta. Huyó sabiendo que Kökō no tardaría en alcanzarla.

Stephanie, desorientada y sin saber cuál era el camino, empezó a correr en dirección del lago. Al menos, llegando a ese lugar sabría más o menos como regresar a casa.

Sportphanie IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora