Pelea el viernes (Primera Parte)

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Trixie se encontraba en los servicios de la primera planta del instituto. Aquellos baños eran solo para las chicas, el de los chicos se encontraban en la planta baja.

En el lavabo, la pelinegra se encerró en uno de los servicios poniendo el pestillo para que nadie pudiera abrir la puerta. De momento se encontraba sola, pero desconocía totalmente cuando pudiera entrar alguien.

La tranquilidad del baño se esfumó al entrar un grupo de chicas que iban a clase con ella.

- ¡Madre mía! - exclamó una chica con tono presumido - Solo queda esta semana para las fiestas de Lazytown y todavía no hemos pillado el alcohol.

¿Samantha? - pensó Trixie - ¡Mierda! Ella y su grupito de pijas atontadas.

La pelinegra se sentó en el suelo escuchando la conversación.

- He oído que la sobrina del alcalde le dijo a Dolph que no nos venderán alcohol por ser menores de 21 años.

- Esa tipa del cabello rosa va con aires de mosquita muerta. ¿No nos podría hacer el favor de vender botellas de alcohol?

- ¡Hey! - interrumpió una la conversación - ¿Sabéis que oído más? Esa va a quedar mañana con Dolph.

- ¿Tan desesperado está Dolph para quedar con esa tipa?

Aquella pregunta hizo estallar en mil risas a las chicas del grupo.

- También me he fijado mucho en su amiga, la machorra de Trixie - la aludida cerró sus puños -, parece ser que tiene algo con Stingy.

- ¿Cómo lo sabes?

- Me da la sensación de que son pareja, pero si lo son me sorprendería porque pensaba que Trixie era lesbiana.

- Lesbiana de mierda le apoda Roger.

Aquel comentario provocó que las risas sonaran a unísono. Al final, el grupo se fue del servicio dejando a Trixie sola con un dolor en su pecho y alguna que otra lágrima recorriendo por sus bonitas mejillas.

De camino al servicio de la primera planta, Stingy se encontró con el grupo de Samantha. La chica rubia de ojos verdes claros le pregunto a dónde iba al pijo, pero este se limitó a ignorarla y continuó con su misión.

Antes de llamar a la puerta una voz masculina llamó a Stingy. El chico se dio la vuelta y vio a Roger apoyado en la pared completamente solo.

- ¿Quieres algo, Roger?

- Sí - contestó el chico -, mi chica me ha confesado que la has ignorado cuando te ha formulado una pregunta.

- ¿Te refieres a lo de a dónde me iba ir? Bien, en ese caso te voy a responder mi querido amigo - el pijo se acercó al chico dejando muy poco espacio entre ambos -. Me importa una mierda lo que diga tu chica, pero es cierto que he pasado de su hermoso rostro porque ni me apetecía pararme a responder a su pregunta, dado que tanto a ella como a su grupito de niñas caprichosas no les interesa a donde voy ni a donde me quedo, ¿lo entiendes ahora?

White mostró media sonrisa, tenía ansias de partirle la cara a aquel chico que una vez fue su mejor amigo.

- ¿Qué te parece si quedamos mañana por la tarde y resolvemos este dilema como señores?

- ¿Hace falta pelear o simplemente te gusta que te golpeen duro?

- ¿Tienes miedo, Stingy?

- Por desgracia, desconozco totalmente ese sentimiento. Pero si quieres sangre, la tendrás.

- Mañana viernes sobre las 17:30 de la tarde cerca del lago.

- Perfecto, nos veremos allí.

Roger le dio la espalda al pijo, pero este le dio una advertencia.

- Roger, espero que vayas solo. No sería de hombres que acudieras a la cita acompañado de tus matones de poca monta.

- Tranquilo - respondió el aludido -, solo seremos tú y yo peleándonos.

El chico se fue. Cuando estuvo lo suficientemente lejos, Stingy iba a golpear la puerta, pero para su sorpresa Trixie la abrió.

- ¡¿Mañana te vas a pelear con ese idiota Roger?!

- Trixie...

La pelinegra no quería que hubiera pelea entre Stingy y el mezquino de Roger White.

Sportphanie IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora