Ahora no, ¿o sí? (Segunda Parte)

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Después de haberse duchado y puesto su camisón. Stephanie se fue a su habitación.

Entró en su cuarto cerrando con cuidado la puerta, ya que su tío estaba durmiendo y le había escuchado roncar desde que había entrado a la casa.

La joven se tumbo en su cama, sintió un vacío en su pecho, quería llorar pero no había lágrimas en su cuerpo que pudiera expulsar. De repente, en su ventana oía pequeños golpecitos provenientes de la calle.

Sportacus.

La chica se levantó de la cama y fue a abrir la ventana. Entonces, el héroe se asomó y entró en la habitación. Ella se alejó para que el joven pudiera entrar.

- ¿Quieres algo, Sportacus?

- Sí... - el héroe se quedó quieto al oír ruidos extraños - ¿Qué es eso?

- Mi tío ronca mucho.

El joven se sorprendió con los ronquidos de Milford.

- Y tú, ¿puedes dormir con ese ruido?

- Duermo con tapones - se quedaron en silencio - No has venido a saber cómo duermo, ¿verdad?

- Cuando me has preguntado si tenía una relación con Merodee - el héroe se frotaba las manos e intentaba aguantarse la risa -, no salgo con ella ni nada pese a qué ya te comenté que me resultaba una chica interesante. El jueves por la noche o viernes de madrugada, ni me acuerdo cuando fue, me fui a dar un paseo porque no podía dormir y me la encontré paseando sola. Le dije de dormir en mi nave. Ella durmió en mi cama y yo en el sofá - hizo una breve pausa sin mirar a los ojos a Stephanie -. Al día siguiente, se despertó y empezó a abrazarme, me besó y mantuve relaciones con ella. Solo fueron relaciones espontáneas que no llegaron a un minuto del orgasmo, grite tu nombre Stephanie.

El silencio se apoderó de la habitación. Stephanie no sabía que decir al escuchar la declaración de Sportacus sobre mantener sexo con la prima de Stingy y encima pronunciar su nombre.

- Di algo, por favor.

- ¿Qué te has acostado con una chica y en vez de gritar su nombre, dices el mío? ¿Crees que lo considero romántico?

Sportacus se puso de rodillas y abrazó a su musa que tanto la anhelaba, pero que últimamente la odiaba a ella, a él mismo y todo aquel que estuviera a su alrededor.

- Sporty - dijo la chica acariciando su pelo -, ¿qué es lo que quieres de mí?

- Quiero ser tu maldito esclavo - ella no supo que decir ante aquella respuesta -, solo déjame ser tu fiel sirviente; tu chico de compañía; tu perro; tu jodido esclavo. Déjame ser tuyo, solo quiero ser tuyo, nena.

Stephanie sintió dolor en su corazón. Ella le quería, pero acostarse con otra la había destrozado. Aunque, ambos no eran novios formales ni siquiera eran vulgares amantes, entre Stephanie y Sportacus siempre hubo una conexión que solo ellos entendían o intentaban comprender.

La chica seguía acariciando el suave cabello del héroe, mientras que él no se quería despegar de ella.

- Creo que es hora de que te marches, Sportacus.

- Déjame un minuto más abrazado a ti.

De pronto, Stephanie notó que se estaba haciendo pis encima. Para su sorpresa, el héroe tocó su vientre, la miró y dijo:

- Te acaba de bajar el periodo.

- ¡Ay, Dios!

Sportphanie IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora