Viernes de locos y pelea (Primera Parte)

12 3 0
                                    

Stephanie se despidió de su tío y se fue con Trixie al instituto. De camino al centro, el tiempo seguía siendo el mismo: niebla clara.

- Luego de un rato será espesa como el maldito chocolate.

La pelorosa no añadió nada al comentario de su amiga, pensaba en pedir la cita para el psicólogo.

- Oye Pinky, ¿qué te pasa? Es viernes alégrate un poco, mañana empiezan las fiestas de Lazytown.

- Estoy bien, solo que tengo bastante sueño.

- Yo también, pero al menos nos vamos a olvidar de las clases durante una semana entera.

Las chicas siguieron hablando de sus temas hasta cruzar el parque. Para sorpresa de todos, Merodee bajo de la plataforma redonda de la nave de Sportacus.

- Buenos días. —Dijo la chica del cabello castaño con una sonrisa mientras se alejaba de aquella plataforma en dirección a su casa.

- ¿Esa no era la prima de Stingy?

Trixie estaba boquiabierta al igual que Stephanie, sin embargo, ella se limitó a soltar un sí a secas.

¿Será cierto lo que me dijo Sportacus el otro día? Merodee le resultaba una chica interesante, aparte de atractiva.

- Pinky, ¿segura que estás bien?

- Sí.

Trixie observó el semblante de su amiga había cambiado al ver a Merodee.

La pelinegra intentó retomar la conversación y su amiga, con el corazón partido, fingió una sonrisa continuando la charla.

En aquella nave, Merodee Se despertó en la cama de Sportacus. Él durmió en el sofá. La joven se levantó de la cama y vio como el joven estaba preparando el desayuno para los dos.

- ¿Has dormido bien?

- La verdad es que sí - la chica se puso detrás de Sportacus tocando su espalda -, pero hubiese sido mejor si hubieras estado conmigo.

- Me gusta más el sofá.

Dee hizo pucheros ante la respuesta de Sportacus.

- ¿Qué es lo que te pasa, Sporty? - lo abrazó por detrás poniendo sus delicadas manos en su zona pectoral - ¿No quieres hacer nada conmigo?

La tostada que se estaba preparando Sportacus cayó sobre la mesa cuando Merodee lamió una parte de su espalda acompañando de un suave beso provenientes de sus exquisitos labios gruesos.

El héroe se dio la vuelta y vio a aquella chica morderse sus hermosos labios. Ven, le susurró Merodee con un tono tan dulce de voz muy semejante al que usaban las sirenas para cazar a sus presas.

Sportacus dejó a un lado su desayuno y besó a Merodee cogiéndola en brazos para llevársela a la cama.

Cuando la tumbo, el héroe le pidió que le hiciera un favor: en caso de que gritara de placer poder pronunciar el nombre de su musa.

- ¿Stephanie?

- Sí, si no te importa.

- Claro que no, Sportacus - contestó Merodee ante su petición -. Házmelo.

Él le quitó las prendas de su ropa dejándola completamente desnuda. Sportacus besó su cuello haciendo que Dee gimiera y bajó hasta sus pechos moviendo su cabeza obteniendo el calor que desprendían los senos de ella.

El joven se quitó el pantalón del pijama y con suavidad entró dentro de ella. El ritmo de Sportacus iba en aumento causando una explosión de placer en Merodee.

Te quiero Stephanie, susurró Sportacus. Por su parte, Merodee no le dijo nada. El grito no le salió al héroe hasta que sujeto las manos a Dee para que no le abrazara y la erección llegase a su fin.

- ¡STEPHANIE!

Aquel grito dejó agotado a Sportacus.
La chica permanecía con los brazos inamovibles porque el joven todavía le sujetaba las manos.

Sportacus se aparto de la chica y se volvió a poner el pantalón del pijama.

- ¿Y ya está?

- ¿Cómo qué y ya está?

- ¿Eso ha sido todo? ¿Solo un momento de desahogo personal?

Sportacus miro con seriedad a la chica. Él sabía que estaba excitado cuando Merodee le había lamido la espalda y, después, el beso en ella.
En el fondo, estaba de acuerdo que si hubiera sido Stephanie la historia habría sido muy distinta.

- ¿No querías sexo? - preguntó Sportacus con rechazo - Pues ahí lo tienes.

- ¿Un polvo que no llega ni a un minuto y medio? - Dee empezó a vestirse - Y yo pensando que como estás tan bueno me pondrías en posición de perrito y todo.

- Ya has aullado como una sucia perra, ¿qué más quieres?

Merodee sonrió ante el comentario tan patético e infantil del héroe.

- Espero que a Stephanie se lo hagas mejor - Dee se dirigió a la plataforma redonda sin desayunar -, sería una pena que siendo su primera vez su amante dure tan poco en la cama.

Sportacus no le respondió. Merodee se fue y el ambiente que apareció en la nave fue letal para el dueño.

Sportphanie IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora