Capítulo final

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Tras haber mantenido relaciones. En la ducha, Sportacus enjabonaba el cuerpo de su chica. Sus pechos eran su principal droga. En cambio, Stephanie tocaba la zona pectoral del héroe, su abdomen, su miembro y sus glúteos.

- Eres muy tocona.  —Le dijo Sportacus riéndose.

- Tú también, Sporty.

Después de media hora en la ducha.
Él salió con la toalla y empezó a ponerse su ropa interior y los pantalones. Ella también salió con la toalla puesta y se la quitó para ponerse sus prendas.

Sportacus aprovechó que Stephanie se estaba poniendo sus bragas de espaldas a él y le dio un azote en su trasero que le dejó marca.

- ¡Sportacus!

- ¿Qué? - sonrió él - Así sabrán que eres mía.

Ambos se vistieron y volvieron a tumbarse. Stephanie apoyo su cabeza en el pecho de su novio. Acariciaba su zona pectoral.

- ¿Le has dicho a tu tío sobre lo nuestro? - Sportacus quería tener la aprobación por parte de su progenitor - Por saberlo.

- Mi tío ya se lo habrá imaginado cuando le he dicho que iba a verte.

- ¿Y le ha parecido bien?

- Bueno - respondió Stephanie -, no le agrada la idea de que esté con alguien que me lleva veinte años de diferencia.

- Lo entiendo - contestó él acariciando la mejilla de su chica -, pero él sabe que soy un tipo legal.

Stephanie sonrió y lo besó con sus labios suaves y dulces como el caramelo.

- Todos sabemos que eres un tipo honrado - afirmó ella -, pero es cierto que no solo a mi tío le resulta incómodo que esté con alguien más mayor que yo, los demás también criticaran.

- Pues entonces habrá que aguantar las críticas.

La chica sonrió y volvió a besarlo.

Tal vez, el mundo no esté preparado para ciertas relaciones de una pareja que se ame tanto por culpa de la edad. Puede que los años sean un simple número, pero nadie ha obligado a nadie a mantener relaciones íntimas. Tal vez, el tiempo puede que ponga fecha a su relación; tal vez, quienes critican deberían centrarse en sus vidas y dejar a los demás vivir; tal vez, y solo tal vez, el mundo sería un lugar menos hostil si cada uno se preocupara por la hierba que crece en su jardín en vez de husmear en la del vecino.

Stephanie y Sportacus se levantaron de la cama y decidieron irse juntos a la casa del alcalde para que diera su aprobación a su relación.

Antes de salir de la nave, el héroe se paró en seco pensando en la posible reacción del progenitor de Stephanie. La chica al verle preocupado, le cogió de la mano para tranquilizarlo.

Ambos se miraron a los ojos; ambos se amaban con toda su alma y ambos matarían y morirían para salvar a su otra mitad. La diferencia de edad era muy notoria, pero no iban a dejar que las críticas y el miedo se apoderaran de ellos.

- Te quiero, nena.

- Te quiero, amor.

Sportphanie IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora