Tal vez, otro día

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- Déjalo - dijo Merodee para romper el hielo -. He preguntado una estupidez y es bastante inapropiado hacer este tipo de cuestiones que puedan molestar o incomodar a las personas. Perdóname Sportacus, disculpa que te haya hecho perder el tiempo con mis tonterías.

- ¡Espera! - Dee estaba dispuesta a irse, pero él la cogió del brazo. Quería estar más tiempo con ella, necesitaba escuchar su dulce voz - Sube a mi nave y te doy de cenar. Podemos seguir charlando sobre tu ciudad natal y luego sobre mi adicción al deporte.

La chica del pelo castaño mostró una sonrisa acompañada de una mirada tan tierna y tan inocente que el fuerte de Sportacus se consideró débil.

En casa de Milford, él estaba preparando una crema de calabaza con espárragos al horno y zanahorias con pedazos de mozarela por encima de las verduras.

Mientras tanto, Stephanie se estaba terminando de duchar. El agua caía sobre su cabeza hasta mojar todo su cuerpo.

Sportacus.

Era el único nombre que salía de sus labios con un suave susurro.
La pelorosa se sentía mal por la discusión tonta de antes. En el fondo, Stephanie quería mantener relaciones con el héroe, deseaba que le quitara la virginidad en su habitación haciéndole gritar su nombre hasta quedarse afónica.

Tal vez, cuando estemos solos podamos ir a la habitación y hacerlo...

- Stephanie - su tío llamaba a la puerta -, llevas media hora en la ducha, ¿vas a tardar mucho?

- ¡No! - respondió ella - Ahora salgo tío Milford.

El alcalde se dirigió al despacho. No era muy grande, pero a veces necesitaba adelantar el trabajo del ayuntamiento.

Stephanie salió de la ducha con su nuevo pijama yendo a su habitación, tenía que transcribir sus pensamientos en su íntimo diario.

Sportphanie IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora