Mensaje (Segunda Parte)

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La multitud de ciudadanos de la ciudad iban llegando a la plaza en la hora acordada que habían recibido por SMS o correo electrónico. El alcalde estaba nervioso, antes de salir leyó el discurso que le había preparado su secretaria.

- ¡Señorita Corre Corre, me va a dar algo!

- Milford tranquilícese - le recomendó Betsy -, debemos comunicar a los ciudadanos la triste noticia. No hay más remedio.

El hombre afirmó con la cabeza. Sus manos empezaron a sudar, cogió aire y subió al estrado. Milford, con años de experiencia en contar las más trágicas noticias como las más dulces, carraspeó y comenzó con su discurso.

Entre la multitud estaban los chicos al fondo escuchando al alcalde.

- Por cierto - habló Ziggy -, ¿dónde esta Stephanie?

- La he visto entrar en su casa - respondió Trixie -. Está muy nerviosa por todo lo que ha pasado.

- Todos lo estamos, Trixie - rectificó Stingy que se encontraba mal por la muerte de Roger -. Espero que toda esta tragedia se termine cuanto antes.

En casa del alcalde, Stephanie había dejado abierta la ventana esperando alguna nota o mensaje de «Sportacus».

Miraba el reloj con impaciencia.
El tiempo iba despacio para ella, pero rápido para quienes estaban en la plaza de Lazytown escuchando atentamente al alcalde.

¿Por qué no me llega nada? - se preguntaba - Normalmente, no suele tardar en responderme. ¿Le habrá pasado algo?

Stephanie seguía dando vueltas a su habitación. Pensaba en Sportacus y en Merodee, pero también le vino a su mente la conversación que tuvo con su tío sobre Rotten.

¡Robbie! - la pelorosa chasqueo los dedos - Tal vez, él me pueda dar una pista acerca de como es Merodee. Ambos tienen la misma edad.

Stephanie no se lo pensó dos veces, se puso su chaqueta y se fue a la entrada de la casa a coger sus llaves. Al abrir la puerta, Kökō estaba enfrente de ella.

- Stephanie - sonrió el chico -, ¿qué querías?

En aquel momento, Stephanie empezó a sospechar de él.

No me ha enviado nada y, ¿ya está aquí?

- Era por si te iba bien dar una vuelta hoy - comenzó a mentir -, con todo este alboroto de los chicos del lago, quería desconectar con alguien.

- ¿Desconectar? - sonrió pervertidamente Kökō - Pues déjame entrar y estemos un rato a solas en tu habitación.

- Quiero ir a tu nave, Sporty - dijo Stephanie -. No te importa, ¿no?

- ¡Que va! Vamos.

Stephanie cerró la puerta de la casa con llave, y junto con «Sportacus» se fueron a su nave.

Sportphanie IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora