Pintura blanca (Segunda Parte)

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Tras haber comido lasaña con su progenitor, la pelorosa se fue a su habitación para descansar un poco y retomar los trabajos del instituto. Quedaba menos para las fiestas de Lazytown y a pesar de que no tenía ganas de fiesta, solo quería descansar.

Cerca de la hora indicada, el timbre sonó y el alcalde fue a abrir la puerta.

- ¡Sportacus, pasa!

Milford estaba entusiasmado de ver al héroe.

- ¿Qué es lo que quiere hacer, alcalde?

- Me gustaría pasar una capa de pintura blanca a las paredes del salón, está todo el material que necesites.

- Perfecto - contestó él -, manos a la obra.

Sportacus se quitó el gorro, los protectores de sus antebrazos y el protector azul que cubría sus hombros y parte de su zona pectoral.

El héroe empezó por poner los trozos de cartón en el suelo cerca de los bordes de las paredes para no ensuciarlo. Luego, con la lona de plástico cubrió todos los muebles.

El alcalde le había dado dos botes grandes de pintura blanca, tres brochas y dos zafas para poner la pintura.

Milford le entregó una camiseta vieja para que no se ensuciara su vestimenta de héroe.

- Gracias, alcalde.

- Si necesitas algo estaré en la cocina.

- Perfecto.

Una hora y media más tarde, la joven salió de su habitación para ir a la cocina a comer un tentempié.
Los trabajos y deberes del instituto estaban acabados y quería olvidarlos por completo.

La chica paso por el salón y observó como Sportacus pintaba la pared con una de las brochas más grandes para llegar al techo sin problemas.

En la cocina, Milford leía el periódico bebiendo su té de menta. Por su parte, Stephanie decidió beberse un batido de chocolate.

- Tío, ¿cuánto tiempo va a tardar Sportacus?

- ¿En terminar el trabajo? Seguramente, hoy, va muy rápido en pintar las paredes.

Milford vio el reloj de su muñeca derecha. Le marcaban las 17:40 de la tarde.

- Stephanie, iré a comprar - dejó el periódico a un lado -. Ten, te dejo sobre la mesa el dinero para Sportacus, acuérdate de dárselo.

- Eso está echo, tío Milford.

- Y otra cosa - dijo el alcalde -, ten cuidado al estar mucho tiempo a solas con Sportacus.

Stephanie afirmó con la cabeza.
Podía comprender a su progenitor, pero le irritaba que la tratase como una cría de diez años. El alcalde se despidió del héroe mientras que este cogió un taburete para pintar un trozo de pared que no llegaba alcanzar.

Por su parte, Stephanie acabo de beber su batido. Una vez que escucho que su tío se había marchado, le llevo al héroe un vaso de agua y el sobre con el dinero.

Sportphanie IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora