Menstruación

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Stephanie se fue al servicio a ponerse una compresa o toalla femenina. Mientras se la ponía en sus bragas pensaba en cómo Sportacus supo que le había bajado.

¿Será por el olor a muerto que desprende? Porque es realmente asqueroso.

La chica regreso a su habitación, oyendo de fondo los ronquidos de su tío.

Cómo mañana la policía le cuente a tío Milford sobre los cadáveres en el lago, se liara una bien gorda.

Stephanie entró en su dormitorio y vio a Sportacus tumbado en su cama mirando el techo. Ella cerró la puerta y puso el pestillo por si acaso entrase su tío para ver si duerme.

- Te ha bajado el periodo, ¿cierto?

- ¿Cómo lo has sabido?

- Muy fácil - se incorporó él sentándose en la cama -, el olor que desprende la mujer cuando le viene es un olor muy parecido al de un animal muerto.

- ¿Y cómo sabes a qué huele un animal muerto?

- De pequeño iba con mi abuelo a cazar conejos, patos y alguna que otra perdiz. Cuando los colgaba boca abajo y les abría las entrañas el olor que desprendían era muy fuerte y el olor a la menstruación es similar al de un animal muerto.

- Eres muy raro, Sportacus - confesó ella -. Nunca hablas de tu vida y ahora me sueltas está comparación de mi periodo con un animal.

- También, he notado que estás limpia.

- ¿Limpia? - se extrañó - ¿A qué te refieres?

- Virgen.

- ¿Y eso te incómoda?

- A mí no, ¿a ti?

Stephanie negó con la cabeza. Delante de ella tenía al héroe de Lazytown, un joven atractivo, rubio y de ojos claros. Un hombre que le gusta cuidarse.

- Me voy - dijo Sportacus poniéndose en pie -. Espero que mañana no haya mucho revuelo con lo que ha pasado en el lago.

Stephanie no dijo nada, solo miraba sus pies descalzos. Sportacus se puso enfrente de ella. Le tocaba su bonito pelo y su dulce carita de ángel.

- Mírame, nena.

- No soy tu nena.

Sportacus sonrió apretando los mofletes de Stephanie.

- Vuelve a decirlo. Vuelve a decir que no eres mi nena - ella no le dio esa satisfacción -. Vamos, ¿por qué no me lo dices, ahora?

Stephanie lo empujó, no le gustaba su actitud.

- No eres normal, te estás comportando de una manera muy distinta. Es como si no fueras Sportacus.

El joven sonrió y se fue de la habitación de la chica.

Acto seguido, Stephanie cerró la ventana y quitó el pestillo de la puerta.

Ese tipo no es Sportacus. No es él.

Sportphanie IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora