Humillación

23 2 0
                                    

Sportacus subió a Merodee a su querida nave por la plataforma redonda. Era la primera vez que alguien visitaba su «casa».

- Vaya - ella se quedó boquiabierta al ver la nave de Sportacus -, es gigante.

- Gracias, la construí al cumplir los 18 años y la terminé tres años más tarde.

- ¿Y no se te hace muy pesado vivir solo?

Aquella pregunta le hizo dudar a Sportacus. La mayoría del tiempo la pasaba ejercitándose, una pequeña parte para sus comidas, otro pequeño porcentaje para irse a dormir y el poco tiempo que le quedaba apenas lo aprovechaba porque siempre había algún que otro peligro en Lazytown y debía ir a socorrer.

- Siempre estoy en constante movimiento - le respondió -, pero hay días y días.

Merodee descubrió el punto débil del héroe: estar más pendiente de los demás que de sí mismo. Por lo que, aprovecho su ocasión.

- ¿Y nunca descansas?

- Cuando voy a dormir.

- ¿Solo eso?

Dee alzó una ceja, quería ir a fondo con su víctima.

- Sí, dormir forma parte de la vida y es fundamental para estar sanos.

- ¿Y a veces no sientes otros placeres?

- ¿Otros placeres? - Sportacus iba captando la idea que estaba teniendo Merodee, pero decidió ser ingenuo con su pregunta - ¿A qué te refieres?

- No te hagas el tonto conmigo - Dee se acercó a él rodeando su cuello con los brazos -. ¿No sabes a lo que me refiero?

Sportacus permanecía inmóvil pese a qué sus ojos reflejaban la negatividad de la cuestión.

- Me refiero a esto, Sporty.

Dee lo besó y él se dejó llevar por los suaves labios acercando el cuerpo de ella al suyo. Sportacus paso a besar su cuello, ella se le escapaba algún que otro gemido.

El elixir del dulce y suave néctar de los labios de la pelo castaño era un manjar para Sportacus. No obstante, a su mente le vino el rostro angelical de Stephanie. Su sonrisa; aquella mirada inocentona y atrevida a la vez; su figura; su cintura; su pelo suave y delicado y sus labios que eran un delito para él no probarlos.

Lárgate Stephanie, ¡ahora! ¡FUERA DE MI MENTE!

- ¡PARA!

Sportacus empujó a Merodee. Ella se sorprendió ante aquella reacción.

- ¿No...no te gusta cómo beso?

El héroe se cubrió el rostro con sus manos y le dio la espalda a la chica.

- Lo siento Merodee - le contestó Sportacus -, pero vete por favor.

- ¿Cómo?

¡¿Y a este imbécil qué coño le pasa?! ¡¿POR QUÉ ME RECHAZAS?!

Merodee se hizo la inocentona esperando una respuesta suya.

La reacción de él fue coger su mano y llevarla a la plataforma redonda.

- No te muevas y cógete del tubo.

Se dirigió a su tabla de botones y pulso bajar para que Merodee regresara a su casa.

- Ve con cuidado, Dee.

La respuesta de la chica fue el silencio. Aquella humillación le costaría cara a Sportacus.

Qué sepas que te has equivocado de chica, héroe.

Sportphanie IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora