¿Dónde está Stephanie?

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Tras haber finalizado su discurso, Milford estuvo hablando con Betsy.

- ¿Cómo lo he hecho, Señorita Corre Corre?

- Lo ha hecho de categoría como siempre, Milford.

- De momento, la policía ha encontrado todos los cadáveres de esos pobres muchachos. Qué Dios los tenga en su gloria.

- ¿Y ahora qué va a hacer?

- Irme a casa, solo quiero ver a mi sobrina.

Milford estaba preocupado por toda la situación que había en Lazytown. Se habían dado por finalizadas las fiestas de la ciudad, aunque sería festivo hasta el final de estas.

El hombre se despidió de su secretaria y se fue lo más rápido posible a casa.
Al llegar, como era de costumbre en él, llamó a su sobrina. Al no recibir respuesta alguna se dirigió a su habitación por si estaba realizando deberes del instituto.

- ¿Steph...?

La habitación de la joven estaba vacía.

Vale, cálmate Milford - se decía a sí mismo -, puede que esté con su amiga de las coletas negras.

Milford salió de casa y fue a la de Trixie. En cinco minutos, se presentó en su hogar llamando al timbre.
Con tropiezos y trompadas, la puerta la abrió su madre.

- Señorita Bárbara, ¿dónde está su hija?

Bárbara, la madre de Trixie, había bebido tres vasos de Bourbon y apenas se podía mantener de pie.
El alcalde espero alguna respuesta de la mujer y volvió a realizarle la misma pregunta: ¿dónde está Trixie?

- ¿Por qué quiere saber dónde está mi hija? - preguntó Bárbara - ¿Se acuesta con ella o algo?

- ¡Carambolas, Bárbara! ¡¿Cómo voy a acostarme con una menor?! ¡Podría ser su padre!

- Oye, oye, oye - Bárbara se frotaba los ojos esperando a que la embriaguez se esfumara -. Y yo qué sé dónde está la estúpida de mi hija... Anda mire está ahí.

Trixie apareció enseguida metiendo a su madre dentro de su casa y sonriendo al alcalde.

- ¿Sucede algo, Señor Wallace?

- Era por preguntar si sabes dónde está Stephanie - dijo el hombre -, he llegado a casa y me ha sorprendido que no estuviera ni tampoco con vosotros cuando os he visto en la plaza.

- Su sobrina me comentó que se iría a dar una vuelta, con todo este revuelo de los cadáveres encontrados en el lago, nos ha puesto muy nerviosos a todos - explicó la chica metiendo a su madre dentro de la casa -. No sé preocupe Señor Wallace, Stephanie regresara a casa. Ella solo quería desconectar un poco.

- Está bien, me quedo un poco más tranquilo - suspiró Milford -. Buenas tardes, Trixie.

- Buenas tardes, Señor Wallace.

Mientras que se alejaba el hombre, de fondo escuchó: ¡Mamá! ¡¿Quieres meterte en la puta casa de una maldita vez?!

Pobre chica lo que le ha tocado en esta vida. Una madre alcohólica que nunca supo superar la ruptura de su pareja y un padre que no sabe ni cómo se llama. Espero que esa pobre muchacha quiera estudiar y no acabar como su madre.

Milford sentía lástima por Trixie, pero él sabía que meterse en asuntos ajenos podría ir en contra suya.

Sportphanie IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora