.2027.

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Me suelto de su enganche como si quemase.

Cuando abandono su piel noto la zona caliente, sus huellas siguen ahí y se por experiencia que han llegado para quedarse.

Ni de coña voy a subirme en un coche con Oliver.

-Mi casa está a dos calles, solo es un poco de lluvia.

Cruzo las puertas de cristal y las primeras gotas salpican mi cara, es la típica lluvia primaveral que más que mojar molesta. Esas gotas que son tan finas que no llegan casi ni a verse pero que consiguen que se te calen los huesos por la humedad.

-Joder, sigues siendo una maldita testaruda.

Oliver vuelve a agarrarme el antebrazo en el mismo lugar donde ha tocado antes como si lo hubiese calculado minuciosamente, en esta zona puede notar mi pulso y espero que no se de cuenta de que está desbocado.

-He aparcado ahí, por favor déjame que te lleve.

Señala con la cabeza a una camioneta color negro que sé que es de su padre, es normal que no lleve su coche personal porque las fans podrían reconocerlo.

A pesar de este disfraz que lleva se ve claramente que es Oliver Anderson el que me acompaña, varias cabezas lo observa ya y para evitar una situación incómoda en la que no me quiero encontrar lo sigo en silencio hasta el coche.

No me suelta.

Repito.

No me suelta.

Oliver no me suelta hasta que llegamos la coche, parece que tuviera miedo de que me diera media vuelta y me fuera corriendo a casa.

Veo que un grupo de madres comienza a sacar sus móviles para tomarle una foto y rápido me suelto de él, no quiero que la gente publique fotos mías con el.

Cuanta menos relación tenga con el más fácil será guardar mi secreto.

Me subo al asiento del copiloto una vez Oliver a abierto la camioneta, es un coche bastante distinto a los que se suelen llevar por Nueva York pero el señor Anderson siempre a sido bastante extravagante.

Camila se parece a él en eso.

Oliver toma asiento y enciende la calefacción, no hace frío pero es verdad que el trayecto hasta el coche a conseguido calarme un poco de esta maldita lluvia.

Antes me encantaban los días lluviosos, parece que a partir de ahora dejarán de hacerlo.

Al encender el coche la radio se pone en play y salta una canción de un grupo de rock que solía gustarle a Oli cuando era más joven.

Le observo.

Me permito observar sus facciones ahora que está distraído con la carretera.

-Lila voy a necesito que me digas la dirección o me indiques cómo llegar a tu casa.....

Pillada.

Oliver gira su cabeza y me pilla de pleno observándolo.

Momento tierra trágame activado.

Lo único sobre lo que hablamos durante el trayecto hacia mi casa son las indicaciones que le hago para que pueda llegar.

No tardamos más de diez minutos en recorrer el camino, de normal hago esto en casi media hora porque a Violet le encanta ir paseando y parándose a observar todo durante la vuelta a casa.

Para delante de la entrada de mi pequeña casa, mi coche está fuera del garaje así que Oliver tiene que aparcar detrás de él, mi coche familiar no tiene nada que ver con la camioneta.

Da un contraste bastante cómico.

No sé muy bien si invitarlo o hacer que espere aquí pero ya que me ha traído no puedo evitar invitarlo, caminamos hacia la entrada donde las macetas con flores nos dan la bienvenida.

Violet y yo dedicamos los domingos a hacer planes de chicas y el mes pasado decidimos que era buena idea llenar el porche de plantas.

A mi hija le gusta llamar a las macetas "casa de hada" después de que vimos una película sobre personas diminutas que vivían en el jardín de una familia ahora cree que en nuestra casa también pasa.

Abro la puerta y entro a mi hogar, Oliver no tarde mucho en seguirme hacia interior. Observo su reacción esperando ver algo en el, estoy segura de que él ahora mismo debe vivir en una casa bastante más lujosa que mi pequeña casita.

Debe pensar que es mediocre pero en su expresión no veo nada de eso, medio sonríe cuando agarra una foto que tengo en una mesita de café junto al sofá. En ella salimos Violet y yo el día de su primer cumpleaños las dos tenemos la cara llena de la tarta de fresa que hace Angie.

La favorita de las dos.

Y de Oliver también.

Vuelve a dejar la foto y aprovecho el momento para escabullirme hacia mi habitación, le pido que tome asiento mientras cierro la puerta para cambiarme de ropa. Me pongo algo más cómodo para ir a casa de mis padres, agarro también un jersey para Vi por si más tarde refresca.

Salgo de mi habitación y me encuentro con Oliver preparando té en mi cocina, lo veo desde el salón ya que en casa tenemos la cocina y la sala de estar conectadas. En un intento de darle más modernidad a la casa se me ocurrió hacer una cocina america, dejémoslo en que da un poco más de originalidad a la casa.

-Me he tomado la libertad de hacer té.

La boca se me ha secado.

Verlo aquí, en mi espacio.

Nadie me había preparado nunca para la sensación que se instala en mi pecho, este calor que siento ahora mismo dentro de mi.

Se le ve tan normal aquí que cualquiera jamás se daría cuenta de que dejamos de ser amigos. Da la sensación de que nunca se hubiera marchado, de que siempre hubiera estado aquí.

Agarra dos tazas y las sirve, con el piloto automático doy zancadas hacia el sofá donde él también se está dirigiendo, aparto algunos peluches de Violet y algún que otro cojín para hacerle hueco.

Oliver toma asiento a mi lado y deja ambas tazas en la mesita junto al marco de la fotografía, vuelve a mirar a Violet.

-Se parece mucho a ti *dice*

-Eso dicen.

Agarro la taza para tener las manos ocupadas con algo, me distraigo mirado en color ámbar de la bebida. Me niego a mirarlo a la cara, estoy tan nerviosa que estoy segura de que él conseguirá saberlo.

-¿Que edad? *dice*

Extrañada levanto un poco la mirada de mi bebida.

-¿Qué edad que? *digo*

-¿Ha qué edad tuviste a Violet?

-Diecinueve *digo*

Le miro, en busca de una reacción y la encuentro.

Me jode mucho porque sabía que la estaba esperando, me mira, como todo el mundo lo hace cuando se entera de que fui madre joven.

Me mira con lástima.

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