.2027.

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Cuando suena el timbre anunciando la llegada de Jadson, Oliver se separa de mí para volver a encerrarse en su habitación.

Nadie aparte de la familia puede saber que está viviendo aquí, así que lo más seguro es que no saldrá de ahí hasta que yo me haya marchado y eso me entristece porque me habría gustado despedirme de otra manera de él.

No he podido ni decirle un mísero adiós.

Agarro una fina chaqueta y mi bolso antes de abrir la puerta, como esperaba Jadson se ha puesto uno de sus trajes que haría que cualquier mujer perdiera la cabeza.

-Buenas noches bonita. *dice*

Dejo que bese mi mejilla y acepto su brazo que me guía hasta su coche, creía que estaría más nerviosa pero me siento bastante en calma cuando estoy con el.

No se me gira el estómago como cuando estoy con Oliver, no siento ese nudo extraño en el pecho con Jad todo es más fácil.

-Estás espectacular Lil.

Le sonrío tímidamente mientras tomo asiento en el lado del copiloto, Jadson se quita la americana para poder conducir más cómodo ya que Alexa vive a las afueras de la ciudad.

Solo fui una vez a su casa hace como mil años para ayudarla a cambiar los cuadros que tiene expuestos en su hogar, ahí guarda sus obras más preciadas.

Charlamos sobre la semana mientras la dulce música de la radio nos acompaña, Jad se lamenta varias veces por no haberme tenido esta semana junto a él en la galería.

-De verdad Lil... sin ti no es lo mismo.

Pone cara de cachorrito abandonado y no puedo evitar reírme.

Es extraño como un chico como él haya podido fijarme en una chica como yo, madre soltera que no tiene el mejor cuerpo del mundo que le ha puesto muchas trabas en el camino pero aún así él siempre consigue volver a mi.

Volver a mi....

Vuelvo a pensar en esos ojos color miel que me tienen preocupada y no porque ahora mismo esté junto a su ex mejor amigo cuidando de mi pequeña si no porque no puedo evitar desear cosas que él no puede ofrecerme.

Ese beso en la nuca a tenido que dejarme trastornada.

Jadson me pone una mano en el muslo para que le dedique mi atención, me mira extrañado pero cuando le sonrío parece de nuevo el de siempre.

Llegamos a la residencia Parker y un conserje le pide las llaves a Jadson para aparcarle el coche una vez ya hemos llegado a la entrada, en el interior de la casa bastante grande en comparación con mi pequeño hogar nos recibe una mujer vestida de sirvienta que nos recoge los abrigos.

Todo desprende lujo igual que la última vez que estuve aquí, hay colores por todos lados y en las paredes cuelgan las obras favoritas de Alexa. Todo te recuerda a la ocupante de esta casa, mires donde mires puedes ver rastro de los viajes que ha echo, sé que al fondo del pasillo hay un estudio donde solía pintar y arriba está el viejo cuarto de Jadson.

Lo vi de pasada cuando me hizo la visita guiada de su hogar, la primera vez estaba obnubilada así que esta vez me permito fijarme más en los detalles como por ejemplo la pequeña foto de un más joven Jadson manchado de barro vestido con una camiseta de fútbol sobre la chimenea.

Su cara es alegre igual que la del adulto que me lleva colgada de su brazo, miro su brillante mirada deseando que me despierte algo ensordecedor que me haga olvidar los pensamientos que ciegan mi mente.

Alexa nos espera en el salón con una copa de vino en la mano, a mi jefa siempre le ha gustado el buen vino es una de esas mujeres que nada más terminar el turno laboral se refugia en una copa de vino mientras se acomoda en su caro sofá.

Todo lo que una chica puede llegar a desear después de un largo día.

Viene hacia mí con sus contoneos de caderas habituales, Alexa puede ser todo lo hippie que quiera pero no puede evitar ser una mujer de negocios y eso se nota en su caminar.

Fuerte y seguro.

Abre sus brazos y antes de que pueda darme cuenta me está abrazando, creo que son solo un par de veces las que mi jefa me ha saludado con un apretón de manos. Desde que empecé a trabajar para ella siempre he recibido abrazos de su parte.

No me quejo los Parker saben dar buenos abrazos.

-Cielo, cuando tiempo hacía que no te veía.

Se separa de mí y me mira con esos ojos tan parecidos a los de su hijo y esa melena larga castaña colgándole por la espalda. Alexa siempre suele llevar el pelo recogido con algún lápiz que roba de la oficina pero hoy luce un vestido sencillo colorido y su melena suelta.

Que envidia de pelo, tanta cantidad y súper ondulado.

-Hola Alexa, la verdad hacía demasiado tiempo que no nos veíamos. *sonrío*

Mi jefa enhebra su brazo con el mío y empieza tirar de mí hacia el comedor, donde una mesa bastante larga nos espera y eso que solo vamos a comer los tres.

-Tenemos que ponernos al día. *dice Alexa*

Tomamos asiento una al lado de la otra, dejándome a Jadson al frente.

-Gracias madre yo también me alegro de verte.

Alexa manda a callar a Jadson y me agarra de la mano, es bastante intensa pero con el tiempo comienzas a conocerla y ya no te sorprendes.

-¿Primero como está esa ricura rubia que tienes por hija?

La mención de mi hija me hace sonreír pero no puedo evitar recordar lo que he dejado en casa, para distraerme le hablo a mi jefa un poco sobre Violet.

-Parece que ha salido artista como la madre, le encanta dibujar.

Mis acompañantes sonríen ante mi comentario, miro a Jadson el cuál me dedica su mirada verde que hace que me tiemble las piernas.

Quizás en el fondo sí que me despierta algo este hombre.

Quizás no esté todo perdido.

Quizás un nosotros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora