.2023.

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Las siguientes semanas pasan desdibujadas.

Me centro solo en estudiar y en los exámenes, una manera muy útil para no pensar en el chico de ojos color miel que con existo he conseguido evitar desde hace más de diez días.

No voy a mentirme a mí misma diciendo que no lo echo de menos porque sería una patraña, claro que extraño a Oliver antes de esto nunca habíamos estado separados.

También estoy dolida porque ni siquiera ha vuelto a intentar contactar conmigo, vale que vino a casa al ñ día siguiente pero no se, mi egoísta quiere que luche por nuestra amistad.

Quedan exactamente cinco días para la graduación, los nervios se palpan en el ambiente igual que el espeso calor que ya se ha instalado en nuestra ciudad, Ava está súper emocionada preparando su viaje a España ñ solo habla de eso y de cómo casualmente Luisa también va a asistir a la universidad de Barcelona.

Querida amiga estás sufriendo la enfermedad del amor.

Que la fuerza te acompañe.

Mamá me pregunta mucho acerca de porque su niño mimado no viene a casa, me excuso con los exámenes. No creo que me crea pero al menos finge hacerlo.

La mentira no podrá seguir mucho porque justo esta noche como motivo de celebrar que por fin hemos terminado los exámenes y que estamos camino de la graduación los Anderson y los Thomas se juntan para una cena.

Estoy encerrada en mi habitación y me debato entre fingir que estoy enferma o tirarme escaleras a bajo. Le echo muchísimo de menos y el cerebro es tonto porque ya no me duele tanto lo que pasó. Es decir si estoy dolida pero el enfado inicial se a extinguido y ahora solo quedan las ascuas que en comparación con el amor que siento por Oli me parecen una tontería.

Pero soy demasiado orgullosa así que no seré yo la que dé el primer paso, si quiere que volvamos a ser amigos debe ser el quien se acerque a hablarme.

Mi teléfono suena y sé que he recibido un mensaje de Ava ya que ella misma personalizo mi móvil para que sonara con un sonido diferente al de los demás.

Cosas de tener una mejor amiga algo posesiva.

-Vestido palabra de honor color champán.

Eso es lo que dice el mensaje, está diciéndome que vestido ponerme para la cena. Es algo informal pero a mi madre le hacía ilusión que me pusiera uno de los vestidos que me compro como regalo de graduación.
La mujer quería que escogiera uno para ese día pero ninguno me terminó de enamorar aunque sean preciosos.

El vestido del que habla Ava es uno palabra de honor color champán que con mi color de piel y pelo queda bastante bien, lo puedo acompañar con unas sandalias y si me hago una coleta alta para lucir un collar.

Me pongo uno con un dije en forma de corazón que me regaló Cata cuando cumplí los trece años, ella y mi hermana compartían un brazalete de la amistad que llevaba un dije igual y yo era solo una niña pero envidiaba que ellas tuvieran algo que representara su amistad. Así que Cata me regaló una para hacerme partícipe de su amistad.

De niña solía tener celos de la conexión que tenían Catalina y Sienna pero ahora que soy mayor pienso en la mía con Oliver y entiendo que ellas estuvieran en su propio universo.

Cuando encuentras a tu persona el resto del mundo queda en un segundo plano.

Las quieres obviamente pero no de la misma manera, adoro a Ava pero la conexión Lilol es el doble de fuerte.

Me maquillo un poco justo antes de comenzar a oír voces provenientes del salón, me perfumo y me miro en el espejo antes de salir de la habitación. Le he mandado una foto a Ava del look y ha dado su aprobado.

-Estás despampanante, mejor amiga.

Me tiemblan las piernas mientras recorro las escaleras, intento no caerme mientras repito en mi mente una y otra vez una extraña meditación que nos enseñaron en el campamento de verano al que nos mandaron a Oliver y a mí cuando teníamos ocho años y nuestros padres quisieron irse de viaje en plan parejitas. Cata y Sie tuvieron un destino peor que el nuestro, les tocó pasar las vacaciones de verano en la granja de la tía abuela de Oliver.

Miss Sussie, todavía tengo pesadillas con esa mujer.

Como si el karma quisiese apalearme cuando termino de recordar a la espantosa señora caigo en cuenta que hay alguien al final de las escaleras.

Oliver.

Lleva un polo y unos pantalones cortos vaqueros, un look tan casual para cualquiera pero hace que a mí empiecen a sudarme las manos, el color de la camiseta hace que la miel de sus ojos resalte más.

Se me seca la boca literalmente, así que cuando llego a su altura no puedo articular palabras.

Pero todo esto empeora cuando veo ese brillo en sus ojos, el mismo que tenía la noche que nos acostamos. No sé qué significa pero tampoco quiero averiguarlo.

-Si me acerco a darte un beso en la mejilla...
+¿Me partirás la cara?

Me conoce, sabe que soy de carácter muy fuerte y no puedo mentir.

He tenido muchas ganas de pegarle un puñetazo, pero niego con la cabeza y dejo que se acerque a mi.

Cuando sus labios rozan mi mejilla, mi estúpido cerebro me recuerda donde estuvieron esos labios, noto la zona en la que me ha besado caliente cuando sus labios abandonan mi carne.

-Estas preciosa, Solecito

Ahí ese dichoso mote de nuevo, lo había echado de menos.

-Gracias Oliver * le digo*

Veo que le duele mi tono cortante pero ahora mismo sigo esperando una disculpa y hasta que no la reciba no voy a perdonar lo sucedido. Puedo sonar infantil pero no quiero hacer como si nada hubiera pasado.

Un grito de mi madre nos sobresalta a los dos, mi inoportuna madre nos recuerda que es hora de ir a cenar.

-Solecito, tenemos una conversación pendiente.

Se marcha dejándome sola con mis miedos y pensamientos.

Quizás la que va a necesitar que la fuerza la acompañe sea yo.

Pues eso que la fuerza me acompañe.

Quizás un nosotros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora